martes, 21 de abril de 2009

De nuevo el fracaso escolar

La polémica ha vuelto a saltar sobre las cifras del fracaso escolar, abundan los reportajes sobre el tema y proliferan los estudios sobre sus causas. Hay una obsesión por cuantificar y diagnosticar, como siempre. Las cifras tienen mucho de arbitrario, cambian según cómo se obtengan y se basan en los suspensos, que es algo que varía mucho en función del centro, del grupo y del sistema de evaluación.

En vez de pelearnos por ver qué ocurre y cuán malo es, deberíamos centrarnos en ver qué hacer. Algunas soluciones me parecen simplistas: si fracasan más los chicos, separemos por sexos; si vemos que se esfuerzan poco los alumnos, exijamos más con exámenes selectivos y quien no los pase, a la calle; si la ESO no atiende correctamente la diversidad, agrupemos por itinerarios para hacer desaparecer tanta diferencia.



Deberíamos seguir peleando por las pequeñas cosas que acaban marcando la diferencia: reducir las ratios en clase, tener tiempo para hacer un seguimiento real de los alumnos, reclamar temarios racionales que permitan cierta libertad, cubrir a tiempo las bajas y que éstas no sean un escándalo, formar adecuadamente a los profesores y no sólo llenar su tiempo a cambio de puntos, fomentar el debate en cada centro sobre cómo debe actuarse... La solución no es única ni sencilla, cada instituto y colegio debería tener un plan de actuación según sus circunstancias y sobre todo apostar por la prevención en edades tempranas. Porque las cifras volverán a salir y en el próximo estudio PISA o encargado por la fundación yo qué sé de nuevo se debatirá sobre cuánto fracaso hay y se plantearán medidas vistosas de dudosa eficacia, mientras lo fundamental en las aulas continúa sin cambiar.

3 comentarios:

Serenus Zeitbloom dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Serenus Zeitbloom dijo...

La solución al problema educativo pasa por los itinerarios y la exigencia académica no hay otra manera. Dudo que en ningún país de Europa se combinen los dos factores que están arruinando la educación española: 1º mantener hasta los dieciséis años en la misma aula a alguien que desea ser agricultor cuanto antes y a otro que desea seguir un enseñanza universitaria -que en la actualidad puede llegar hasta los 26 años sin dificultad; eso no tiene ninguna lógica y es injusto para ambos jóvenes, a uno se le tortura con una enseñanza que no le proporciona nada y que vive como condena, al otro se impide un aprovechamiento académico que más tarde le pasará factura, cuando tenga que competir con aquellos que no han pasado por esa escuela “igualitaria”. [esto es algo que saben todos los poderosos que envían a sus hijos a colegios privados, aunque eso sí para los otros aprueban logse-loes.. y escuela inclusiva. Repara que he hablado de un agricultor y un universitario, no he hablado de disruptivos ni nada por el estilo, solo de la diferencia entre intereses igualmente lícitos, 2º se permite el bajo rendimiento escolar voluntario sin ningún tipo sanción, [o sea que el estado dilapida el dinero en cantidades ingentes para que alguien lo malgaste como le venga en gana sin que a nadie le extrañe] y no sólo se permite el bajo rendimiento sino que además se toleran conductas irrespetuosas( que no hace falta relatar, porque estén en boca de todo el mundo).

Cuando un estado permite estos factores quiere decir que no tiene ningún interés por el sistema educativo público, y como no tiene ningún interés pues recoge los frutos acordes. No hay ningún misterio en los resultados tan pobres de nuestro sistema. Lo que sí es misterioso –y digno de admiración- es la persistencia en los errores de un sistema nefasto. ¿Qué hay de injusto en los itinerarios acordes a intereses y talentos? ¿qué hay de injusto en la exigencia académica y de actitud?

Pero quiero comentar alguna de las soluciones que propones:

1. La reducción de la ratio. La reducción de ratio hace más fácil y menos estresante la labor del profesor, y es por tanto recomendable. Pero no reduce el fracaso escolar, y esto es algo que cualquier profesor con experiencia lo ha contrastado; en grupos muy reducidos con alumnos con poca exigencia propia (vagos para ser políticamente incorrectos) se consiguen los peores rendimientos académicos.. no se sufre (y es de agradecer) pero tampoco se aprende.

2. Temarios racionales y libertad. Cualquier profesor tiene absoluta libertad para adaptar los temarios a la realidad de la clase y de hecho es lo que se hace en todos los casos. Eso ha sido siempre así. En el único curso en que los temarios “obligan” a su cumplimiento casi íntegro –que tampoco- es el segundo de bachiller, y precisamente no es algo negativo sino al contrario positivo: es el único curso en que los alumnos desean que el profesor explique el temario, y están dispuesto incluso a clases extras.

Pero fíjate que desde infantil –a los cuatros años- hasta los dieciséis años de 4º de ESO hay tiempo de más para aprender a leer, a escribir correctamente, a aprender los cálculos aritméticos básicos.. aparte de ciertos conocimientos sociales, naturales, elementales, pero ¡No se consigue!¡ No se consigue ni esos mínimos!.. qué se hagan pruebas en primero de bachiller y se comparen esos resultados con los del resto de países europeos: el resultado sería escandaloso, porque el PISA se quedaría muy, muy corto, frente a estos resultados.

3. Las bajas. Efectivamente la pérdida de horas influye en el fracaso escolar real. Pero ese no es que se refleja en la estadísticas de final de curso, al contrario tiende a minimizar la incidencia real, pues hay menos temario, se alza más la mano etc. Pero lo que realmente produce fracaso escolar no son las bajas, sino la ingente cantidad de tiempo que se pierde en resolver cuestiones de disciplina, actitud, atención..etc. Y eso se puede solucionar con intinerarios –o programas específicos- como quiera llamarse. Muy interesante es, por ejemplo, el modelo educativo de Singapur uno de los que más calidad atesora en el plano mundial.

4. Formar adecuadamente a los profesores. ¿ Se refiere a conocimientos propios de la materia que se imparte? ¿o se refiere a psicopedagogía? Creo que la cura de humildad que necesita la pedagogía no es pequeña.

5. Debatir en los centros. Eso sí que no falta, tenemos debates y reuniones todas las semanas.. desgraciadamente no se puede hacer mucho, porque las cartas están marcadas.

Un saludo, y en fin, perdone la extensión.

eduideas dijo...

Gracias por comentar, Serenus, sigo su blog y aunque discrepe del todo es de agradecer el tono y el conocimiento de las aulas que demuestra.

0.El tema de los itinerarios ya lo he comentado en otros posts, no creo que sea la solución ni mucho menos porque esa elección de profesiones no es inocente ni nada, remito a los estudios de Oakes 1985 y siguientes

1. La ratio no es una solución por sí mimsa pero desestresa al profesor, que hace que entonces se lo tome de otro modo y si se tiene en el aula a un futuro agricultor y un futuro médico pues atenderles con 28 más es imposible, con grupos pequeños sí se puede planear para que los dos obtengan lo que buscan (hablamos de la ESO, contenidos mínimos y obligatorios). Si esa ratio fuera pequeña desde el principio, se podrían además prevenir muchas cosas a través de la relación personal, especialmente casos de mala conducta

2.Los temarios no son libres, y hay mucho estrés para acabar lo mandado, aunque no sea bachillerato; es cierto que los profesores deberían (deberíamos) atrevernos a adaptarlo mucho más

4.Me refiero a una formación que combine actualización científica, pedagogía y lo que haga falta, pero cursos que sirvan, con aplicación en el aula, y no sólo asistir y punto. Sin duda la pedagogía debería ser más humilde pero es muy necesaria y muchos docntes carecen de principios elementales de gestión de aula

5.Sí que falta debate y diálogo sobre los alumnos, algún compañero se ha enterado de que un alumno no vivía con sus padres en la junta de evaluación; no se acuerdan medidas más que disciplinarias y el debate suele ser más queja que otra cosa, falta debate guiado, planificado y preparado