domingo, 3 de febrero de 2008

Los límites en el aula

Es frecuente aconsejar a los profesores noveles que pongan límites estrictos a los alumnos, que empiecen siendo duros para después relajarse. Esto no es tan fácil, sobre todo porque esos límites varían mucho en función de las normas del centro, del grupo y del propio carácter del profesor.

En algunos centros no se puede echar al alumno de clase, algo que considero absurdo. En otros rellenar un parte para imponer una sanción lleva tanto tiempo que pierde toda su eficacia. En algunos la sala de castigo es la biblioteca (no voy a entrar en la obvias connotaciones negativas que esto tiene para la lectura), en otros el profesor de guardia lo aguanta y en algunos simplemente se vaga por el pasillo.

Los alumnos miden al profesor, especialmente si es nuevo, para ver hasta dónde pueden llegar. Pero poner mala cara no basta sin más medidas. Por ejemplo hay que saber el poder real de sancionar, para jugar con eso: ¿pueden quedarse sin patio o venir antes a clase? ¿les puedo poner deberes? ¿hay que llamar a sus casas? ¿qué ocurre si acumulan sanciones? Un buen reglamento de centro contempla medidas eficaces para disuadir de las malas conductas. Lo ideal es que este reglamento se complemente con normas de aula pactadas con los propios alumnos, que así se esfuerzan más en cumplirlas.

Sin duda lo más importante, no obstante, es prevenir la situación donde se puedan cuestionar los límites: una buena relación fuera del aula, clases donde no haya tiempos muertos, un profesor que se mueve por el aula y que mira directamente a los que están a punto de descolgarse, una metología activa done ellos tengan que participar y hacer cosas, un nivel asequible y actividades variadas son las pautas obvias para mejorar el clima de la clase.

Entonces bastará con llamadas de atención para imponer esos límites, sin dejar pasar ni una o el límite pierde su eficacia.

4 comentarios:

Meri dijo...

Pienso que el tema de los límites es bastante complicado. A veces no basta con poner límites para que la situación con un alumno mejore. Torcer el brazo e indagar para mejorar su situación es algo que hay que hacer (según lo que he podido ver hasta el día de hoy) para el funcionamiento pueda ser cada vez mejor. Porque... y si es un alumno que por problemas detrás no deja de llamar la atención? Siempre tienen que haber límites, pero hay que saber ver las circunstancias. No?

Anónimo dijo...

Me parece muy interesante lo que comentas, es una de mis preocupaciones, los límites, mis límites... Cómo conseguir el equilibrio, el punto medio? Trabajando, claro; hablando con otra gente...
Si es una preocupación constante de los novatos, si cuando empiezas alguien te dice en un momento determinado "no les des confianza, eres su profesor, no su amigo; empieza distante y luego ya te acercarás..."

eduideas dijo...

Meri, sin duda hay que saber cuándo hay que poner los límites y cuándo quitarlos si va a ser peor y eso es algo que sólo se puede intuir.

Rib, todos estamos igual, con el tema de los límites, hay que ir aprendiendo cuáles son y cómo establecerlos. Ir de duro no siempre basta y a veces no se puede. Sigamos debatiendo este tema

rita dijo...

Hola, les cuento que soy docente hace poco tiempo. tengo tres cursos a cargo, pero hay uno al que ni siquiera deseo entrar. no paran de hablar, las sanciones ya las probe y no funcionan, no se que hacer.