domingo, 26 de octubre de 2014

De la teoría a la realidad

De recitar el libro de texto al aprendizaje por proyectos. De clases magistrales a clases flipeadas o enseñanza individualizada. De uso de las TIC como mero soporte a cambio metodológico usando la tecnología cuando convenga. De grupos numerosos a ratios reducidas o a más docentes en una misma aula. De contenidos separados por materias y temas a visión interdisciplinar. De pura evaluación memorística a tener en cuenta todas las inteligencias y evaluación continua. De docente transmisor a profesor que motiva, guía y acompaña a sus alumnos. De tutorías para llenar la hora semanal a auténticos planes tutoriales personalizados. De manual escolar al mundo de Internet. De seguir un esquema rígido de temas a incorporar la actualidad y los intereses de los estudiantes a las lecciones de aula. De calificación unidireccional a coevaluación y trabajo cooperativo....

Creo que todos tenemos ya bastante claro cómo debe ser la nueva escuela (ya no es ni nueva de años que hace que se plantan estos mismos retos con diferentes siglas). El diagnóstico está claro, los modelos, evidentes. ¿Por qué no pasamos de A, un sistema que no funciona y que deja a un tercio de los alumnos fuera a B, una nueva pedagogía? Aquí viene el catálogo de excusas (tiempo, administración, dirección, poco apoyo entre compañeros...) y problemas reales (materiales dispersos, ratios, poca formación, recortes....) Ya es hora de pensar cómo solventar esos escollos que nos impiden pasar de A a B, de un buen modelo teórico a su realidad. Hagamos listas de lo que funciona para dar ese paso, no solo de buenos listados de lo que debería ser o lo que no sirve en educación. Si no, seguiremos años y años buscando el paradigma ideal sin ponernos a ello

viernes, 17 de octubre de 2014

Adolescentes y redes sociales

Uno de cada tres adolescentes conoce a alguien vía Internet antes que en persona, o lo que es lo mismo, muchos contactos de "desconocidos" acaba en quedadas presenciales. Ello supone un obvio riesgo, todos tenemos en mente casos de degenerados que aprovechan el anonimato para fingir ser jóvenes y contactar con niños, o sabemos de acosos cibernéticos entre iguales.

Pero también supone un cambio de paradigma que no tiene por qué ser negativo, ya que la mayoría de adolescentes considera que las redes ayudan a mantener amigos y a aumentar los contactos sociales, algo que valoran en gran medida. Estar hiperconectados puede ser estresante, puede favorecer conversaciones banales o perjudicar el sueño y el estudio pero también hace que se lea más que nunca, que aumente la importancia de la comunicación verbal y no verbal, que se eliminen barreras más rápidamente, que se puedan compaginar mejor los diferentes grupos de una persona o que se tarde más en dejar de saber de antiguos compañeros.

Desde las aulas no podemos ignorar esta realidad y hay que educar no solamente en los peligros sino en las oportunidades. Muchas veces los materiales relacionados con Internet hacen demasiado hincapié en los negativo (sexting, adicciones, acoso, desinformación,....), en un discurso que se empieza a parecer el canónico sobre las drogas de hace un tiempo y que ha demostrado ser ineficaz absolutamente. Si queremos prevenir los posibles riesgos, habrá que cambiar esa mirada e incluir una visión más realista y matizada, so pena de quedar como los carcas que solamente ven lo malo de un nuevo mundo que les es ajeno.


miércoles, 1 de octubre de 2014

Los alumnos son personas y no solamente notas

Hay alumnos que ocupan nuestros pensamientos mucho más allá del trabajo, y otros que pasan por más transparentes. Normalmente por desgracia en las aulas masificadas solo consiguen llamar nuestra atención aquellos que causan escándalo, ya que si no, nadie se acerca a los que van bien o no hablan mucho más allá de un ¿Todo bien? de rigor.

Los profesores, y especialmente tutores, deben conocer en profundidad a sus alumnos porque difícilmente puedes ayudar a quien no sabes quién es. La conducta en clase y las notas son simplemente indicadores pero no reflejan la personalidad de lo alumnos (afortunadamente). Sin embargo muchas veces en las reuniones de evaluación o charlas entre colegas, esos síntomas, unidos a ciertos datos familiares, son los que retaratan al alumno: "el que no sigue", "no para quieto", "no pega palo al agua", "los padres pasan" y similares.

Rara vez se les describe en términos de personas: "el que ayuda siempre a los demás", "el que lee X", "el que tiene buenos amigos", "el que es tan racional". No siempre sabemos decir a qué dedican el tiempo libre, qué ocurre fuera del aula, cuál es el cuadro de sus relaciones. ¿Cómo entonces vamos a intervenir? Nuestra ayuda será demasiado parcial. No debemos ocupar el lugar de otros referentes o profesionales pero sí tener una visión de conjunto de mínimos: horarios fuera del colegio, situación afectiva, potencialidades e intereses, necesidades que muestra. Ese esquema debe complementar necesariamente las calificaciones, grado de disrupción o deberes y demás indicadores que solemos usar para juzgarles.

Además las notas pueden cambiar, la conducta también, deben hacerlo si no son buenas, y ahí está parte de nuestra labor. En cambio otros calificativos son más duraderos y por tanto más auténticos para describir a los alumnos.