Un nuevo estudio que confirma lo que los datos no hacen más que afirmar machaconamente: los grupos separados por rendimiento suponen una bajada de nivel, entre otras injusticias de las que ya he hablado y no repetiré.
A la vez, el nuevo CIO plantea la posibilidad de que un profesor "salve" a un alumno, y entra de lleno en el debate de cómo tratar a los alumnos que no siguen/quieren/se comportan/aprueban/pueden o poned el verbo que queráis. La actitud del profesor es esencial, si en vez de etiquetarlo y hacer un grupo de bajo nivel para aquellos que no han mostrado interés o aptitud (sin comentarios) y que preferentemente lo imparts otra persona, se dedica a ellos, pues los alumnos mejoran, como atestigua el testimonio de Daniel Pennac. Temas recurrentes...
5 comentarios:
Yo no me inclinaría por usar este término. "Salvar" presupone el desastre, el fin. Es una palabra límite.
El profesor puede ayudar, acompañar, asesorar...
Puede hacer tanto y tan poco como desee. Quizá sea ese el problema.
Me gusta la reflexión, y la comparto. Quizá salvar no sea el término adecuado porque ni ellos están en el límite que dices ni dependen sólo de un salvador (afortunadamente).
Interesantes y oportunas reflexiones.
El empleo del término "salvar", al menos en los ámbitos de la educación social, me da escalofríos. Al igual que en todo lo "social" estamos sobrados de salvadores. Es necesario que los profesionales tomen conciencia de que la educación, la cultura o la salud son derechos de algunas personas (ciudadanos) y el papel de los profesionales públicos es cumplir la Ley. El que quiera ayudar o salvar a las personas puede hacerlo en los múltiples púlpitos de oenegeses, asociaciones "sin ánimo de lucro" y sectas religiosas que dominan la campiña. Pero los profesionales y funcionarios tienen un encargo social claro y preciso: cumplir con la Ley. Para eso se les paga. La educación es un derecho de la ciudadanía: ni caridad y asistencialismo.
Es importante distinguir un uso metafórico del término de la ideología y la tradición que acompañan al mismo en el uso profesional.
Un saludo.
Respetuosamente, Juan:
Una cosa es que los maestros y profesores tengan, como funcionarios, que cumplir la Ley y otra que como ciudadanos libres podamos objetarla públicamente (no sólo aquí, sino por cualquier vía pacífica).
-e nos paga para cumplir la Ley pero no para secuestrar nuestro libre pensamiento.
-Además: comprobado hasta la saciedad el nivel medio ínfimo que tienen los alumnos -de 10, 12, 14, 16 años- ¿cuántas pruebas más necesitan para saber que la Ley actual es PÉSIMA? ¿Cuántas generaciones más de niños y adolescentes tienen que salir con un virtual analfabetismo de nuestros centros para que, sin ideologizar ni "partidizar" las cosas reconozcamos que esto hay que cambiarlo RADICALMENTE?
*RESPECTO A NO "PARTIDIZAR" LAS COSAS, quizá les sería útil ver mi documento de 2006 publicado en varios medios, reproducido en varias páginas web y lamentablemente desoído por todos los grupos del Congreso, a los que constructivamente también se lo envié.
Lo ven, por ejemplo, en:
http://www.lavozdelanzarote.com/article.php3?id_article=6537%7D
-Aunque sé que ni yo ni Eduideas nos vamos a hacer cambiar de opinión en nada relevante, me interesaría que me dieran una valoración de lo que ahí se dice.
SALUDOS
Con el permiso de Eduideas, me gustaría hacer algunas consideraciones.
Emilio de Fez, un saludo cordial.
Tengo la sensación de, por una parte, no haberme expresado con claridad y precisión y, por otra, no alcanzar a ver con claridad las relaciones entre mi comentario y el tuyo.
Para contextualizarme mejor quisiera insistir en que yo escribo en clave de educador social y no como profesional docente.
Me dices en tu comentario que “Una cosa es que los maestros y profesores tengan, como funcionarios, que cumplir la Ley y otra que como ciudadanos libres podamos objetarla públicamente (no sólo aquí, sino por cualquier vía pacífica).” Puedo estar totalmente de acuerdo contigo: mis palabras ni dicen, ni implican lo contrario.
Mi comentario hace referencia a un tema muy concreto: la idea de un educador que asume la tarea de “salvar” a los educandos. Existe una tradición de pensamiento moral, caritativo y asistencialista en esta línea salvacionista, también, las encontramos en determinados discursos educativos y sociales.
Cuando digo: “Pero los profesionales y funcionarios tienen un encargo social claro y preciso: cumplir con la Ley. Para eso se les paga. La educación es un derecho de la ciudadanía: ni caridad y asistencialismo.” (Quería decir: ni caridad ni asistencialismo). Lo que quiero subrayar es que la educación y la educación social son derechos y la figura del profesional (funcionario o no) es la encargada de que esos derechos se cumplan. El profesional representa (encarna) la Ley en el sentido de tener el encargo de educar. Lo que ni quita ni pone que ese profesional sea un librepensante. El derecho a la educación es, en gran medida, una obligación del profesional. Educar nada tiene que ver con las concepciones de salvar, ayudar o amar en el sentido histórico y epistemológico que estos conceptos tienen en la educación o en lo social. No se si me he explicado con mayor claridad y precisión.
Por lo demás, más allá de estar de acuerdo o en desacuerdo con lo que tú planteas no veo las relaciones entre tú comentario y el mío.
Un saludo.
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