Cada vez tengo más la sensación de que las aulas van por un lado y lo que se ve de ellas por otro. Los sindicatos están embarcados en negociaciones y las peleas van por el calendario escolar y por la jubilación LOE, es decir medidas únicamente laborales y que transmiten a la sociedad la imagen de que queremos trabajar menos. Los políticos maximizan sus posturas en el pacto y hablan de grandes diseños de itinerarios, de temas de lenguas, de voluntad de digitalizar el sistema. Los medios se ocupan de casos de agresiones y depresiones docentes, de las cifras internacionales que nos dejan fatal, de las peleas de los anteriores colectivos.
Y mientras nosotros intentamos dar clase, nos preocupamos por ver cómo afectan las competencias aunque los libros no las refljen y aunque no haya habido formación, exploramos nuevas herramientas TIC (por cierto, ¿para cuándo un archivo de antiguas ideas que recoja el camino que han recorrido los pioneros para que otros puedan seguirlo?, hablamos con los alumnos, evaluamos, preparamos clases.
Claro que nos preocupan esos grandes debates, que afectan directamente a nuestra vida. Pero entiendo que muchos profesores se abstengan de debatir algo que cambia constantemente y en lo que no parece que tengamos nada que decir: no se recogen las reclamaciones de las ratios, ante el clamor de quejas sobre la selectividad se responde con una carta de excusas, no se cubren a tiempo las bajas, no se ofertan los cursos pedidos, se entra en un mercadeo editorial digital al margen de las prioridades de los centros, no se avanza en prevención del fracaso escolar, las comisiones de convivencia solamente generan papeleo, el papel del orientador sigue dependiendo de la buena voluntad personal de cada responsable... Y el curso sigue avanzando, con sus exámenes a la vuelta de la esquina, con las semanas que vuelan y esos alumnos que tienen que aprender lo máximo posible antes de que llegue el verano y se vayan
3 comentarios:
Cuánta razón que tienes. Hay dos mundos en educación: el de las aulas y el de los despachos. Y, por lo que parece, son irreconciliables. ¡Qué lejos están los debates educativos de lo verdaderamente importante: la didáctica!
La educación es un terreno pantanoso en el que hay que ir tendiendo tablas para no hundirnos. Algo de equilibristas sí que somos.
Amén. Por desgracia, lo que cuentas es el fiel reflejo de la realidad... Lo malo es que cuando el debate sobre la educación haya cristalizado (si es que lo hace algún día) y hundan más el panorama porque lo habrá diseñado alguien que vive ajeno a la realidad de las aulas, nosotros agacharemos la cabeza y adaptaremos nuestros métodos a la enésima metedura de pata.
Sí, es así, no haremos nada más que quejarnos en el blog, si lo tenemos Julii, y seguir haciendo equilibrios como dice Lu
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