A pesar de las proclamas a favor de las competencias y los proyectos en equipo, seguimos intentando meter los mismos conocimientos que antes a los alumnos, aunque se hayan reducido las horas de muchas asignaturas, a pesar de que los estudiantes sean diferentes, incluso sabiendo que debe cambiar lo que se aprende en la escuela.
Por eso he escogido un embudo para ilustrar esta entrada: los contenidos no se alteran, ellos deben tragarlos, hay que acabar el temario, sin importar si se puede digerir, si el tiempo es suficiente, si les interesa, si tiene conexión con sus vidas o con el resto del currículum. Si no damos una serie de lecciones parece que no hayamos hecho nada en clase, que hayamos perdido el tiempo. Nos invade la urgencia de saber que muchos no volverán a acercarse a la materia ni quizá tampoco a los libros una vez abandonen nuestras aulas, por ello pensamos que tenemos que introducir más y más ideas relacionadas con nuestra disciplina en sus mentes, aun siendo conscientes de que olvidarán la mayoría en cuanto acabe el examen o el trabajo de turno.
Si no cambiamos nuestra manera de pensar y abandonamos el modelo embudo de la asignatura para trabajar realmente de otro modo, seguiremos angustiados por la reducción de horas (sí, algunos cambios son una vergüenza), por esos manuales inacabables, por el presunto descenso de nivel. Tenemos personas delante, no patos que haya que engordar, la cultura puede ser indigesta mal administrada.
5 comentarios:
Todo es muy complicado. Coincido contigo en que los currículos son desmesurados porque algunos alumnos se plantaron hace cinco o seis años y la talla les queda demasiado grande: necesitan llevar una maleta con lo preciso, no un montón de trastos inútiles. Pero también hay alumnos que no han perdido el tiempo y sienten que se les olvida, que van a clase a aburrirse, a escuchar siempre lo mismo.
No suena muy popular, ni muy progresista (tampoco los índices de fracaso actual demuestran mucho progreso), pero me parece que habría que plantear dos vías de enseñanza diferenciadas para unos y para otros. Cómo hacerlo sin resultar discriminador es lo difícil.
Hace unos días planteabas el asunto de las frases odiosas. Aquí tienes una: "Hay que dar...". Tal y como están los currículos en lugar de dar conocimientos lo que hacemos es ventilarnos un programa.
Lamentable, pero cierto.
Vamos a ver: cualquiera que nos oiga puede pensar que los profesores elgimos el programa y damos en clase lo que nos da la gana.
No. Yo creo que tenemos que cumplir la misión que nos enconmienda la sociedad a través del sistema educativo de transmitir unos conocimeitnos que forman parte del patrimonio de la humanidad, de las anteriores generaciones para el desarrollo personal, humano, cultural, social, etc. de los ciudadanos del mañana. Si nos ciñeramos de verdad y exclusivamente a lo que está íntimamente relacionado con la vida de nuestros alumnos no saldríamos de comentar la última cagada que haya salido en la TV.
Saludos
Juan, está claro que hemos de tratar más asuntos de los que realmente les interesan, de hecho el objetivo es que les interesen cosas nuevas a partir de un itinerario racional. También es evidente que no podemos dar lo que queramos y que debe haber un currículo mínimo.
Pero hay maneras de dar las cosas, podemos dedicar un tiempo mínimo a epígrafes muy descabellados y centrarnos en los más útiles, podemos usar las competencias, que sí vienen marcadas desde arriba, como eje para programar, podemos introducir nuevos temas que no se hayan contemplado según la realidad que tengamos delante. Y creo que también podemos y debemos dejar de lado según qué temas si no da tiempo, priorizar es una de nuestras tareas (¿cuántas veces no se termina "el libro"?)
Totalmente de acuerdo con Juan.
Ya me tiene un poco cansada el nuevo discursito de "la programación por competencias", como si fuera la panacea para arreglar todos los problemas de la educación.
En la Comunidad donde trabajo, que son muy "modelnos", nos tienen aburridos de cursos y de ejemplificaciones para programar por competencias.
En una de esas ejemplificaciones, que han divulgado por todos los centros educativos, viene recogido como vocabulario para trabajar la “competencia lingüística” con alumnos de 3 años: pene, testículos, vulva, culo... Pero en ningún sitio aparece para trabajar la competencia "cultural y artística" la poesía de Lorca o la de Gloria Fuertes"
Me partiría de la risa con estas programaciones por competencias, si no me las ofrecieran como modelo para exigirme hacer lo mismo.
¿A que grado de estupidez estamos llegando, cuando se "priorizan" estos contenidos, sobre otros que forman parte del patrimonio de la humanidad?
¿ Para adaptarse a los intereses de los niños o para idiotizarlos cada vez más?
Saludos
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