La media de gasto de las familias españolas en clases particulares y academias es de 800 euros al mes. En muchas juntas de evaluación se recomienda sin sonrojo acudir a un profesor por las tardes cuando las notas van mal. Los estudios demuestran que un buen refuerzo escolar puede hacer subir las calificaciones hasta en un 8% sin ninguna medida extra.
Se me ocurren dos reflexiones ante este panorama. Primero: por qué es necesario dar clases extras, ¿no llegamos? Y si es así, ¿por qué? Tanta atención a la diversidad y luego necesitan que les expliquen de nuevo la lección. La ratio es un problema para mí, no se puede llegar siempre a todos, el tiempo avanza y algunos se quedan rezagados. Aunque no aconsejo nunca otro profesor, se supone que es nuestra función.
La segunda va sobre los refuerzos necesarios e imprescindibles en algunos casos, ¿por qué tienen que dependen del dinero y de acertar con la academia o el profesor, amigo de la familia? Tendría que haber más programas como el PROA, más refuerzo en los centros -muchos interinos querrían entrar por ahí-, más horas de apoyo para los alumnos inmigrantes fuera de clase. Y después hace falta refuerzo específico para los alumnos de centros residenciales y de acogida, po ejemplo, que es un perfil muy particular y en esos centros apenas se atiende el aspecto académico porque los educadores están desbordados. También hay que aumentar el refuerzo en hospitales o centros de justicia, que muchas veces no se llega a atender toda la demanda. Y evidentemente, todo el refuerzo tiene que estar coordinado con las clases ordinarias, con nosotros.
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