Todos hemos experimentado la diferencia entre un buen tutor y un mal tutor (o no tutor, que es lo más frecuente). La presencia del tutor es especialmente importante en los casos problemáticos, cuando hay problemas personales en el entorno del alumno que pueden hacerle abandonar o mostrar una conducta rebelde, cuando las notas bajas o cuando hay un conflicto de grupo.
Pero el modelo de tutoría actual es absurdo: cuando el tutor comienza a conocer a su tutorando, con el paso de los meses, se acaba el curso y hay que empezar el proceso de cero. Algunos centros ya han empezado a distinguir entre el tutor de grupo y el personal: el primero atiende las quejas de la clase, transmite informaciones y trabaja la programación de tutoría mientras el segundo se ocupa del seguimiento a fondo, habla con familias y otros referentes. Este tutor personal se prolonga más allá del curso.
Creo que este modelo es el más válido para los casos complicados, como mínimo el tutor personal debería estar dos cursos con el alumno, si no más. Y debería ser una asociación voluntaria: dado que no importa a qué grupo-clase pertenece el estudiante porque puede cambiar de curso a curso, un tutor puede escoger tutorandos de grupos variados, por afinidad personal o por el tipo de caso. De esta forma hay una cierta simpatía a priori que ayudará sin duda al proceso de la tutoría.
Evidentemente este modelo requiere más implicación por parte del profesor (y más horas), puesto que no debe limitarse a la hora semanal de tutoría y a entrevistas con algunos padres después de las notas, sino que se basa en un contacto regular, entrevistas personales, en ser un referente y una guía que es lo que debería ser el tutor.
1 comentario:
M'agraden les teues reflexions sobre l'educació. Respecte a les hores de tutoria, als IES de la Comunitat Valenciana tenim una 2a hora que dediquem a reunions amb la psicòloga, amb els companys/es de nivell o amb algun alumne/a.
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