En la primera evaluación las notas suelen ser peores que al final: los alumnos aún no se han acostumbrado a su nuevo curso o etapa, vienen de verano con lagunas y nosotros somos más exigentes esperando que dando "un toque de atención" trabajen más. O puede ser visto al revés, al final de curso se regalan determinados aprobados porque las consecuencias de una repetición serían peores. Pero siempre queda un descontento sobre la evaluación.
Abundan las voces que dicen que deberíamos "gamificar" las notas, creando un sistema de retos como ya hacen algunas universidades. Me genera dudas
- ¿Un alumno que destaque en una parte de la asignatura pero sea pésimo (o no trabaje) las otras debe aprobar?
- ¿Los porcentajes de cada ítem (trabajo, examen...) no funcionan ya como esas "badges"?
- ¿En todas las asignaturas y niveles es igual de aplicable?
- ¿Los alumnos pueden escoger no hacer parte del currículo?
- ¿Todos los alumnos entrarían en un sistema así de abierto o les generaría más estrés por no saber bien qué deben hacer? Pienso en los menos autónomos
- ¿Incrementaría el trabajo en casa o lo disminuiría?
- ¿Cómo traducir luego esos retos a la nota numérica que nos exigen? ¿O sería algo complementario / más informal?
No sé si conocéis estas líneas de evaluación y qué opinión os merecen, pero me gustaría que me lo comentarais.
Blog destinado a compartir ideas y recursos para las clases, reflexiones sobre educación y algunas cosillas más
domingo, 23 de diciembre de 2012
domingo, 9 de diciembre de 2012
Profesores y decisiones de futuro
No quiero comentar aún los cambios de la LOMCE pues el baile de asignaturas y los ataques gratuitos al modelo existente me parecen tan graves que espero que se difuminen en el redactado final, ya que cada nuevo documento modifica cosas de manera más o menos improvisada.
Así que prefiero centrarme en un informe que acaba de publicar el equipo de PISA sobre el efecto de las notas en el abandono y expectativas de los estudiantes. Destaco algunos datos relevantes:
- los profesores suelen poner notas mejores a las chicas y a los alumnos de entorno favorecido en igual rendimiento, lo que explica en parte que haya más mujeres que optan por el bachillerato y más fracaso escolar masculino, dado el peso de las expectativas en el desarrollo escolar
- el éxito en lectura es uno de los indicadores más relevantes para asegurar la continuidad en el sistema, algo que no siempre se tiene claro en clase, donde debería leerse mucho más (y variado) en todas las materias
- los itinerarios ajustan las expectativas de modo realista pero siguen beneficiando a las clases sociales altas (algo que por supuesto las medidas lomcianas agravarán)
- un nivel de 2 o menos en PISA dificulta sobremanera seguir una carrera (y tenemos demasiados alumnos por debajo de ese umbral)
- está mal resuelto el futuro de los que no siguen estudiando, un porcentaje demasiado numeroso (y eso que España no participaba en la muestra ampliada de este informe)
- hay dos tipos de profesores según lo que premian con las notas, exceptuando exámenes: los que quieren que la clase fluya de manera ordenada (y entonces castigan los comportamientos disruptivos) y los que premian el esfuerzo o la mejora del proceso; los primeros están calificando cosas que no tienen que ver con el desempeño futuro académico
- las privadas pueden inflar las notas artificialmente (algo que ya comenté en su día y que nos afecta bastante a la hora de escoger carreras)
- se necesita un sistema de evaluación más complejo para calificar adecuadamente diferentes dimensiones del aprendizaje y que sirva para prevenir el abandono, especialmente al pasar al bachillerato desde una ESO de nivel demasiado bajo
En definitiva, una nueva alerta sobre el papel que los profesores tenemos ante las decisiones académicas que toman nuestros alumnos: con notas desajustadas o que tienen en cuenta solamente una parte de lo que aprenden, hay más riesgo de que estudiantes dudosos dejen el sistema, favorecidos por las bajas expectativas de su entorno y que según qué políticas fomentan. En cambio, estimular la lectura, la evaluación de los procesos y no solo de los resultados, mejorar el clima del aula y dar información realista, ayuda a tomar decisiones con éxito.
Así que prefiero centrarme en un informe que acaba de publicar el equipo de PISA sobre el efecto de las notas en el abandono y expectativas de los estudiantes. Destaco algunos datos relevantes:
- los profesores suelen poner notas mejores a las chicas y a los alumnos de entorno favorecido en igual rendimiento, lo que explica en parte que haya más mujeres que optan por el bachillerato y más fracaso escolar masculino, dado el peso de las expectativas en el desarrollo escolar
- el éxito en lectura es uno de los indicadores más relevantes para asegurar la continuidad en el sistema, algo que no siempre se tiene claro en clase, donde debería leerse mucho más (y variado) en todas las materias
- los itinerarios ajustan las expectativas de modo realista pero siguen beneficiando a las clases sociales altas (algo que por supuesto las medidas lomcianas agravarán)
- un nivel de 2 o menos en PISA dificulta sobremanera seguir una carrera (y tenemos demasiados alumnos por debajo de ese umbral)
- está mal resuelto el futuro de los que no siguen estudiando, un porcentaje demasiado numeroso (y eso que España no participaba en la muestra ampliada de este informe)
- hay dos tipos de profesores según lo que premian con las notas, exceptuando exámenes: los que quieren que la clase fluya de manera ordenada (y entonces castigan los comportamientos disruptivos) y los que premian el esfuerzo o la mejora del proceso; los primeros están calificando cosas que no tienen que ver con el desempeño futuro académico
- las privadas pueden inflar las notas artificialmente (algo que ya comenté en su día y que nos afecta bastante a la hora de escoger carreras)
- se necesita un sistema de evaluación más complejo para calificar adecuadamente diferentes dimensiones del aprendizaje y que sirva para prevenir el abandono, especialmente al pasar al bachillerato desde una ESO de nivel demasiado bajo
En definitiva, una nueva alerta sobre el papel que los profesores tenemos ante las decisiones académicas que toman nuestros alumnos: con notas desajustadas o que tienen en cuenta solamente una parte de lo que aprenden, hay más riesgo de que estudiantes dudosos dejen el sistema, favorecidos por las bajas expectativas de su entorno y que según qué políticas fomentan. En cambio, estimular la lectura, la evaluación de los procesos y no solo de los resultados, mejorar el clima del aula y dar información realista, ayuda a tomar decisiones con éxito.
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