sábado, 26 de abril de 2014

No todo es legislable

Se pretende obligar a los menores de edad a ayudar en las tareas domésticas mientras vivan en casa... ¡por ley! Como si eso se pudiera regular. ¿Denunciarán los padres a sus hijos cuando no quieran poner la mesa? ¿habrá juicios por no hacerse la cama o sacar la basura? Es la medida esperpéntica del catálogo de reformas dedicado a la infancia (con algunos aciertos, como el de ampliar el tiempo que las familias numerosas gozan de ayudas).

Es sintomático que la gente y los políticos sigan creyendo que los problemas se arreglan a golpe de decreto, como sucede con la educación: aún piensan que la cultura del esfuerzo se puede implantar citándola muchas veces en la LOMCE o que se puede obligar a estudiar a un alumno sin más.

Si hay un problema social, se implanta de golpe un tema asociado en una asignatura, si tenemos familias con tareas mal repartidas, pues ley que lo regule. No tiene ningún sentido y en cambio hay leyes necesarias que no se están tramitando y donde sí podría incidirse. Esta confusión constante entre el ámbito de los buenos deseos y del derecho provoca en parte el cambio constante de las leyes, ya que urge incluir nuevos epígrafes cada vez que se detecta mediáticamente un foco de atención. En el caso de la educación, ya vemos las consecuencias...

viernes, 18 de abril de 2014

Los servicios que mueren

Otro servicio que deja de funcionar. Y de nuevo, de mudanza digital, como ya pasó con Reader. Ahora son los favoritos los que tengo que mover. Y como en toda mudanza, sea virtual o física, toca hacer limpieza, se tiran cosas (en este caso páginas que ya no son útiles) pero algunas se pierden sin querer, igual que en el cambio de agenda. Por mucho que hagas copias, por mucho que preveas, a menudo algún dato se pierde cada vez que algo se estropea, sea el móvil, sea el ordenador, sea algo en la nube. En Internet todo muere más rápido que en el mundo real: los servicios - y más los gratuitos- mueren (con el cabreo que eso supone para el usuario, especialmente si no hay aviso previo), los blogs se abandonan, los foros languidecen, las páginas se hacen obsoletas. Inevitable, pero una pena por el tiempo invertido.

Considero imprescindible tener un gestor de favoritos para ir almacenando los recursos y páginas que podemos usar en el aula, especialmente aquellos que no son de aplicación inmediata pero que parecen interesantes; si no los almacenamos se olvidan las URL y sin marcadores sociales el caos impide encontrarlos después. Espero que las herramientas actuales me duren un poco más.




viernes, 11 de abril de 2014

¿Llegar al mismo sitio?

Más de una vez me he encontrado con un alumno mal orientado que se plantea no hacer bachillerato porque la ESO le va mal y te argumenta que hará FP pero para después llegar a una carrera. Le han dicho que "llegará al mismo sitio" de una manera "más sencilla" o "más práctica". Eso es falso pero se oye bastante.

Primero: no todos los alumnos que abandonan las aulas de los institutos acaban llegando a la universidad por esa supuesta vía lenta. Hay que pasar el grado medio, luego una prueba de acceso (escollo dado que llevan tiempo sin tocar según qué materias), después el grado superior y si se tiene la nota, se obtiene la plaza o bien hay que hacer determinadas asignaturas en selectividad. Es un camino con más pruebas intermedias y más posibilidades de abandono o fracaso.

Segundo: al tocar el mundo laboral en las prácticas o tener posibilidad de inserción, es tentador no continuar, especialmente si se ha dejado porque se tenía la percepción de que "no se me da bien estudiar" (¡qué frase más demoledora!). Los jóvenes viven aún en casa y con poco salario creen que ya son adultos e independientes, sin pararse a pensar en la poca progresión de determinados itinerarios y que la vida no se ve igual a los 35 que a los 17.

Tercero: los continuos cambios en las leyes (como por ejemplo esas materias de la fase específica) hacen que lo que ahora es un camino luego sea otro y que no se haya calculado bien lo que se necesita. En los ciclos se produce el desencanto, tampoco hay para tanto.

Cuarto: es un error pensar en la FP como una vía lenta para acceder al mismo sitio que por bachillerato, de ahí viene su desprestigio en parte; no tiene sentido que se plantee como un itinerario más sino diferenciado, con distintos objetivos y salidas, que deben ser valoradas como tales, especialmente los grados superiores, cada vez más atractivos y no como simples pasarelas.

No, no se llega siempre al mismo sitio ni debería ser el argumento para coger módulos y no bachillerato. No se aprenden las mismas cosas, no es un camino automático. Dejemos de engañar a los alumnos, que escojan, pero sabiendo las consecuencias.

martes, 1 de abril de 2014

Alumnos de bajo nivel

Todos tenemos esta experiencia: tener un alumno en clase que tiene un nivel curricular de dos o tres cursos por debajo y graves carencias de procedimientos, sin estar diagnosticado, o mal hecho, simplemente alguien que sin ser de educación especial se ha perdido en esa materia, o en muchas otras. Vienen entonces las dudas: ¿bajarle la exigencia? ¿aprobarle solo por el esfuerzo? ¿hacerle repetir? Ninguna de las opciones le ayuda ni es justa. La solución tampoco pasa porque vaya a apoyos o salga del grupo ordinario, al que jamás se integrará entonces. Ni ponerle un profesor particular que le haga los deberes y maquille sus carencias.

Lo que debemos impedir es que esos casos ocurran. No podemos permitir que un estudiante acabe el curso en nuestra asignatura con carencias fundamentales, si necesita más horas hay que buscar los mecanismos para ofrecérselas antes de que el desfase sea mayúsculo. Tolerancia cero al que se pierde, al que se salta clases, al que pasa porque la junta lo decide pero no sabe hacer lo que toca. Hay que intervenir antes de que la cosa se desmadre y como en secundaria muchas veces ya llegamos tarde, al menos impedir que aumente el problema, con refuerzos efectivos extras, concienciando a la familia si es posible de que es preciso trabajar el doble o el triple para recuperar el tiempo perdido, resistiéndonos a abandonarlo a pesar del bajo nivel.

Y ahí interviene una vez más la ratio. Con grupos numerosos, la tentación de dar el nivel de la mayoría o partirlos en grupos homogéneos es poderosa, porque resulta imposible atenderlos a todos individualmente como necesitarían. Los profesores de diversidad ahí tienen mucho que decir, tendrían que servir para bajar la ratio general y decidir estrategias comunes a todos los docentes para impedir que esos alumnos estén cada vez más perdidos hasta que abandonen.

En las programaciones, considero indispensable fijar temas irrenunciables, más allá de los famosos mínimos, y esforzarnos porque el 100% de la clase los adquiera, cueste el tiempo que cueste.