viernes, 22 de febrero de 2013

Los profesores no somos médicos II

En otra entrada comparaba la profesión de médico con la de profesor, resaltando las diferencias. Ahora que los recortes afectan a los pilares de la sociedad (salud, educación y en cierta medida justicia), de nuevo salen a la luz las diferencias, por desgracia. Los profesores no somos médicos, no....
- Los médicos salen unidos como colectivo, entre nosotros hay diferencias entre primaria y secundaria, entre materias importantes y otras ninguneadas... Por ello la marea blanca triunfa y la verde (o amarilla, según la zona) mucho menos
- Los médicos han sabido explicar cómo afectan los recortes y ha llegado a los medios y la opinión pública: pacientes que podrían morir, tratamientos caros que no se ponen, guardias inhumanas, fugas de cerebros. Nosotros lo hemos explicado: aumento de ratios, menos calidad... Pero no ha llegado igual y siguen oyéndose voces de que somos "privilegiados" (la última desde el gobierno nuevamente)
- Los médicos han salvaguardado su excelencia (el MIR, el prestigio de la sanidad pública) mientras la nuestra cae en picado y no se reforma la formación inicial ni a tiros
- El médico que tiene más pacientes debe atenderlos en menos tiempo o quedarse más horas, nosotros debemos atenderlos a la vez y no podemos generar listas de espera o citarles en otro momento
- No se ha hablado de contratar a médicos de fuera del sistema a dedo, sí se habla de becarios, nativos sin titulación, profesores de fundaciones privadas sin ningún control....

Y todo ello a pesar de que hay más profesores denunciando lo que ocurre en la red que sanitarios, a pesar de que los ataques son igual de slavajes y dañinos hacia ambos colectivos, ¿por qué esas diferencias?

lunes, 11 de febrero de 2013

Evitar la segregación escolar

La Fundació Jaume Bofill ha presentado un informe con buenas prácticas que se pueden hacer desde los municipios para evitar la segregación escolar (aquí tenéis un resumen), que se basan en equilibrar el reparto de los alumnos NEE en la matrícula (pactando más plazas, poniendo transporte gratis...) y fomentar la elección de centros antes considerados gueto (con cambios en la zonificación y adscripciones y programas "magnet". En este último apartado destacan la necesidad de que cada colegio e instituto ofrezca alternativas atractivas, de auténtica calidad educativa, como la intensificación de las ciencias, un currículum centrado en la música o las artes, más horas de idiomas... Todo ello sin hacer grupos de niveles, al contrario de lo que marca el nefasto bachillerato de pseudoexcelencia madrileño o los itinerarios propuestos en la LOMCE, con materias estancas que podéis ver aquí en una tabla muy gráfica. Si existen las buenas prácticas, si se ha demostrado que el éxito pasa por esas vías (y no solamente en nuestro país, sino en contextos tan alejados como Estados Unidos), ¿por qué el gobierno se empeña en ir en la dirección contraria? La respuesta asusta....

domingo, 3 de febrero de 2013

Objetivo: lectura

Vuelve estos días a la blogosfera el debate sobre qué enseñar. Frente a enfoques economicistas como el de la nefasta política educativa actual, varios abogan por aprender cosas "inútiles", que se acaban revelando como las más útiles, y otros añaden que eso ayuda a entender cómo funciona el mundo, necesario para moverse en él. Como recuerdan los informes, en Europa uno de cada cinco adultos no lee con la fluidez y competencia mínimas.

Por eso desde las aulas hay que dedicarse a leer, no solamente los profesores (pero empezando por ellos) sino los alumnos. Debería ser el centro de la didáctica, la lectura y comentario de textos, documentos, no el libro de texto sino reales, ligados a lo que ocurre hoy y anclados en una tradición que dota de contexto a lo que somos. Leer en todas las materias, leer textos variados, leer y debatir para formarse ese espíritu crítico que aparece en todas las programaciones pero que no siempre se fomenta en clase. Eso es lo que debe enseñar la escuela: a leer cualquier tipo de texto con un nivel de comprensión suficiente para relacionarlo con otros y con uno mismo y actuar en consecuencia. Lo demás, se aprende solo.

Así que en la clase hay que destinar el tiempo suficiente para leer y asimilar los textos, sin el estrés de acabar un temario lleno de contenidos "funcionales" pero absolutamente inútiles, permitiendo la deriva de la clase, los temas tangenciales, las lecturas sorprendentes, los textos sugeridos por ellos mismos, las conexiones inesperadas. El objetivo de la educación debe, sin duda, anclarse en la lectura, entendida del modo más amplio posible