Los últimos datos de PISA se basan en los llamados all-rounders, alumnos que son excelentes en las tres pruebas: lectura, matemáticas y ciencias. Así, mientras hay un 16% de estudiantes que pueden llegar al nivel máximo en una de las áreas, solamente un 4% lo logra en las tres. Y en España es un 1,3% . Justamente esta incapacidad para lograr la excelencia es lo que lastra la imagen del país en los estudios itnernacionales, ya que otros indicadores (igualdad, mejora desde el pasado etc) son muy positivos.
Habría que pensar cómo estimular la excelencia en las aulas, y lo primero es luchar contra la imagen negativa que a veces lleva asociada: "empollón marginado", "para qué esforzarse más si la media no cuenta (en la ESO o yendo a según qué carreras en bachillerato)" y demás lindezas. Después habrá que ver como estimular a esos alumnos que pueden y quieren dar más, porque no pueden tener simplemente más deberes (no siempre divertidos precisamente) o más dificultad (no sería justo). Y darles cosas fuera de temario no siempre es factible, y menos con las aulas abarrotadas que tenemos.
Esos extras surgirán entonces de la tutoría, de elevar el nivel general, sin las rebajas de última hora en las notas, pidiendo trabajos no mecánicos y de pensar (recordemos que PISA mide competencias y no conocimientos), fomentando desde clase actividades que aporten un plus (recomendaciones de conferencias o exposiciones, más lectura en todas las áreas, trabajo con la actualidad, más autonomía para los alumnos en el diseño de la evaluación....) Habrá que acercar al aula los modelos excelentes, los cracks, para tener a alguien a quien emular, y no el triste famoseo patrio. Si no podemos conseguir la excelencia, jamás saldremos de este furgón de cola en el que estamos, véase gráfico del informe. En los claustros, entonces, aparte de debatir sobre los casos difíciles, que son la máxima prioridad en la enseñanza obligatoria, tendremos que pensar conjuntamente cómo elevar el nivel del resto y cómo detectar y ayudar a esas joyas en bruto.
Blog destinado a compartir ideas y recursos para las clases, reflexiones sobre educación y algunas cosillas más
viernes, 30 de agosto de 2013
jueves, 22 de agosto de 2013
Sentando a los alumnos
Al inicio de curso muchos centros sitúan a los alumnos sentados por orden de lista alfabética. Otros no imponen ninguna condición y es cuando surgen los problemas de conducta que se piensa cómo sentar a los alumnos, distribución que en algunos casos es fija en todas las áreas y en otros casos no. Pienso que sí es importante pensar cómo ubicar a los estudiantes pero no solamente por temas de comportamiento (que también) sino para favorecer la creación de grupos de trabajo o equilibrar niveles. Y si se conoce a la clase, algo usual excepto en el primer curso, mejor tener pensada una distribución al inicio según datos de años anteriores, un esquema que puede ir variando, ya que no todas las clases tienen la misma dinámica y la disposición física de las mesas tiene que reflejar este hecho. Pero rara vez se destina tiempo en vacaciones a pensar en esas combinaciones, cuando ya se ganaría tiempo (dejando el margen de los primeros días de adaptación).
Es un error poner a todos los conflictivos juntos o situar personas que perturben mucho la clase en un rincón. No se puede poner a alumnos con TDAH o problemas de aprendizaje al final del aula y debe romperse el grupo de amigos si se margina a un compañero. Es mejor mezclar chicos y chicas y las mesas tienen que dejar espacio para que el profesor se mueva por la clase y no pierda contacto visual con ningún alumno (algo más difícil con según qué ratios). Lo ideal sería tener dos o tres esquemas de la clase, según el tipo de clase, y en alguno de ellos dejarles más libertad, explicitando las consecuencias de administrarla mal. A medida que se hacen mayores, esa libertad gana espacio pues ya conocen las normas perfectamente. Los esquemas deberían compartirse con los compañeros y permitir que cada uno aportase sugerencias (hay aspectos de determinados alumnos que quizá no hayamos tenido en cuenta), aunque cada docente cambie las mesas como crea conveniente. Esos esquemas han de elaborarse igual que los horarios, ya que lo espacial afecta tanto como lo temporal en una sesión de clase
Es un error poner a todos los conflictivos juntos o situar personas que perturben mucho la clase en un rincón. No se puede poner a alumnos con TDAH o problemas de aprendizaje al final del aula y debe romperse el grupo de amigos si se margina a un compañero. Es mejor mezclar chicos y chicas y las mesas tienen que dejar espacio para que el profesor se mueva por la clase y no pierda contacto visual con ningún alumno (algo más difícil con según qué ratios). Lo ideal sería tener dos o tres esquemas de la clase, según el tipo de clase, y en alguno de ellos dejarles más libertad, explicitando las consecuencias de administrarla mal. A medida que se hacen mayores, esa libertad gana espacio pues ya conocen las normas perfectamente. Los esquemas deberían compartirse con los compañeros y permitir que cada uno aportase sugerencias (hay aspectos de determinados alumnos que quizá no hayamos tenido en cuenta), aunque cada docente cambie las mesas como crea conveniente. Esos esquemas han de elaborarse igual que los horarios, ya que lo espacial afecta tanto como lo temporal en una sesión de clase
miércoles, 14 de agosto de 2013
¿Títulos o competencias?
Leo en XarxaTic el debate sobre si el modelo de contratación debe abandonar la titulitis y mirar competencias. La ides en sí parece buena pero le veo diversos problemas:
a) ¿cómo y quién certifica esas habilidades? ¿Se crearán mini títulos de competencias? ¿Expedidos por empresas?
b) ¿quién asegurará el futuro de carreras "menos útiles" a nivel de contratación pero mucho más en formación humana? Porque eso sí depende de esos títulos universitarios
c) ¿por qué la formación debe ligarse a los intereses de la empresa? ¿Y cuando estos cambien quedarán obsoletos todos los certificados de competencias? ¿no se puede precarizar aún más el empleo?
d) ¿acaso los títulos no garantizan ciertas competencias? Por ejemplo un ingeniero acredita saber resolver problemas y tener una determinada mentalidad, lo específico del trabajo lo aprenderá en la empresa de turno
e) ¿cómo acceder a esas competencias fuera del mercado? Se puede agravar el problema de que te piden experiencia pero no puedes tener experiencia porque el trabajo que te la daría te pide experiencia y así sucesivamente
f) ¿por qué no apostar mejor porque los títulos garanticen ciertas habilidades exigiendo más nivel y más prácticas en la universidad?
a) ¿cómo y quién certifica esas habilidades? ¿Se crearán mini títulos de competencias? ¿Expedidos por empresas?
b) ¿quién asegurará el futuro de carreras "menos útiles" a nivel de contratación pero mucho más en formación humana? Porque eso sí depende de esos títulos universitarios
c) ¿por qué la formación debe ligarse a los intereses de la empresa? ¿Y cuando estos cambien quedarán obsoletos todos los certificados de competencias? ¿no se puede precarizar aún más el empleo?
d) ¿acaso los títulos no garantizan ciertas competencias? Por ejemplo un ingeniero acredita saber resolver problemas y tener una determinada mentalidad, lo específico del trabajo lo aprenderá en la empresa de turno
e) ¿cómo acceder a esas competencias fuera del mercado? Se puede agravar el problema de que te piden experiencia pero no puedes tener experiencia porque el trabajo que te la daría te pide experiencia y así sucesivamente
f) ¿por qué no apostar mejor porque los títulos garanticen ciertas habilidades exigiendo más nivel y más prácticas en la universidad?
miércoles, 7 de agosto de 2013
El blog no cierra por vacaciones
Como veréis he cambiado la plantilla, que ya se veía muy antigua, aunque seguiré haciendo el mismo tipo de blog, muy textual (apenas uso ya imágenes de apoyo) y de reflexión. Los blogs se cuestionan periódicamente (el último debate lo ha introducido Felipe Zayas) pero ya se vio a raíz de las quejas por el cierre de Reader que siguen vivos, que Twitter no los ha sustituido (ni debe hacerlo). Se puede bajar el ritmo de entradas por vacaciones o cambios en la vida personal o simplemente por hastío, pero creo que es importante mantener estas islas de reflexión y escritura en un mundo donde muchas veces prima solamente lo visual sin reflexión y donde el debate se reduce a la queja o a los aspavientos ante decisiones de la administración que luego se acatarán acríticamente. El verano es justamente buen momento para pensar, para comentar y para escribir... en los blogs.
viernes, 2 de agosto de 2013
Aprender en vacaciones
Cada año surge de nuevo la polémica sobre si deben ponerse o no deberes en verano. En todo caso, lo que está claro es que no pueden ser los cuadernos actuales (actividades bastante banales, no siempre correspondientes con el temario del curso, aburridas a pesar del intento de presentarlas como "frescas" y que se hacen corriendo en septiembre) que además no siempre se revisan; no puede ser simplemente repetir X actividades del curso para preparar los exámenes de recuperación (muchos docentes mandan un listado y listos, como si fiueran a hacer solos lo que no hacen con nosotros, fomentamos la clase particular y la desigualdad) pero evidentemente algo tiene que haber porque si no es demasiado tiempo de desconexión cerebral y todos sabemos lo que cuesta reempezar el primer trimestre y cómo parecen haberse borrado sus mentes.
El problema es que las actividades que sí pueden y deberían hacerse en vacaciones acaban dependiendo de las familias: visitas culturales, debates, lecturas, todo ello si no hay un hábito previo difícilmente surge en vacaciones, cuando muchos padres lo único que comentan (¡y qué daño hacen!) es lo malo que es trabajar y las pocas ganas que tienen de volver, lo mucho que quieren desconectar y entonces planean viajes o cero actividad. ¿Cómo lograr desde los centros que las familias se impliquen y que el tiempo de vacaciones sea productivo pero ameno, que permita descansar pero también seguir el proceso de aprendizaje? Muy difícil, y más si no se ha trabajado durante el curso.
Creo que la clave es fomentar como un objetivo prioritario el ocio sano entre los alumnos: si un alumno lee, más lo harás sin colegio y más si le damos una buena lista de títulos; si sugerimos películas de pensar o exposiciones que visitar que no suenen a muermo y lo hacen durante los nueve meses del curso, es más probale que ellos lo sugieran a las familias (o lo hagan solos) en verano. Si no, es clamar en el desierto, tendremos un verano de salidas de discoteca, playa y videojuegos y al volver un reset complicado.
El problema es que las actividades que sí pueden y deberían hacerse en vacaciones acaban dependiendo de las familias: visitas culturales, debates, lecturas, todo ello si no hay un hábito previo difícilmente surge en vacaciones, cuando muchos padres lo único que comentan (¡y qué daño hacen!) es lo malo que es trabajar y las pocas ganas que tienen de volver, lo mucho que quieren desconectar y entonces planean viajes o cero actividad. ¿Cómo lograr desde los centros que las familias se impliquen y que el tiempo de vacaciones sea productivo pero ameno, que permita descansar pero también seguir el proceso de aprendizaje? Muy difícil, y más si no se ha trabajado durante el curso.
Creo que la clave es fomentar como un objetivo prioritario el ocio sano entre los alumnos: si un alumno lee, más lo harás sin colegio y más si le damos una buena lista de títulos; si sugerimos películas de pensar o exposiciones que visitar que no suenen a muermo y lo hacen durante los nueve meses del curso, es más probale que ellos lo sugieran a las familias (o lo hagan solos) en verano. Si no, es clamar en el desierto, tendremos un verano de salidas de discoteca, playa y videojuegos y al volver un reset complicado.
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