No es que quiera abandonar las aulas, ni mucho menos, ya que es una de las actividades que considero más realizantes que pueda haber. Pero sí veo que tengo compañeros quemados que no pueden cambiar de profesión, es uno de los oficios que menos permite el cambio. Me explico.
Los profesores que dejan la tiza lo hacen normalmente en dos direcciones: una la de la creación (un escritor que por fin puede vivir de lo que escribe y de los actos paralelos, por ejemplo) y otra la de servicios educativos y paraeducativos (pasa a comisión de servicios o asesorías...). Algunos pocos más cambian de aula y se refugian para siempre en la universidad (no suelen volver a secundaria). ¿Por qué no hay pases a la empresa privada, a otros trabajos? ¿Qué tiene la docencia que hace tan difícil el reciclaje? ¿Cómo influye eso en el ambiente de los centros?
En cambio sí se da el caso de un ingeniero o físico que al no encontrar trabajo en lo privado se apunta a dar clases, de un filológo que al no poder ser editor decide opositar o un historiador que llama resignado a la puerta de su antiguo colegio aunque preferiría llevar un proyecto de otro tipo. Se puede entrar en la docencia desde muchas vías pero no se puede salir tan fácilmente, ¿lo veis así también? ¿Por qué esta exclusividad?
Blog destinado a compartir ideas y recursos para las clases, reflexiones sobre educación y algunas cosillas más
jueves, 25 de octubre de 2012
sábado, 6 de octubre de 2012
Así es imposible personalizar
En esta entrada se recoge una situación dramática, concreción de un panorama que ya he comentado antes y que solamente hace que agravarse por los recortes sucesivos e indiscriminados, que multiplican los alumnos y disminuyen profesores y recursos. Lo más preocupante de esta situación es que así no se puede personalizar la enseñanza. ¿Y eso qué quiere decir?
No se puede conocer al alumno, atenderle en sus problemas personales. ¿Cómo hablar con calma con una estudiante que ves llorosa sistemáticamente y que tiene un panorama familiar de terror? Puedes pillarla en los pasillos o en algún recreo, pero falta tiempo. Los hay que te recomiendan que la derives al psicólogo o orientador, que no la conoce, que no es a quien ella ha pedido ayuda, clinicalicemos y externalicemos los casos, nosotros somos profesores-imparte contenidos y ya está.
No se puede adaptar el material. ¿Cómo preparar fichas alternativas para alumnos de niveles tan diferentes durante tantas clases en el tiempo que nos dan? Un alumno que no entiende bien el idioma, un TDAH clarísimo, varios con problemas de aprendizaje, dos que se perdieron hace cursos. Pues proponen separarlos en grupitos o bien que directamente se vayan esos que impiden el ritmo normal (como si hubiera tal ritmo). Al fin y al cabo hemos de preparar para los exámenes (lo único importante para el gobierno) a la mayoría, que también tienen sus derechos, como se oye en alguna reunión.
No se puede incorporar un tema de actualidad. ¿Cómo seguir las noticias, buscar webs que las complementen adecuadas, preparar secuencias para siete grupos distintos? ¿Durante cada semana? Máximo lo haremos de vez en cuando, pero no importa porque las editoriales ya nos proporcionan libros (suelen ser nefastos) donde se nos da todo mascadito y preparado, aunque eso no interese a los alumnos y sea lo mismo años tras año y reforma tras reforma, lo de ahora no tiene cabida en el sistema, ¿para qué, para que piensen?
No se puede evaluar de manera completa. ¿Cómo saber dónde fallan más de 150 alumnos, tener en cuenta su actitud diaria, corregir a fondo trabajos, planificar su progresión y darles cosas para que mejoren sus fallos específicos? Por ese motivo, mejor poner solamente exámenes y si puede ser de respuesta corta, para corregir en menos tiempo y poder poner una nota, sin considerar inteligencias múltiples, trabajo en equipo, evaluación continua o demás vocablos falsamente pedagógicos, que ya se sabe que la pedagogía es la madre de los problemas de nuestro sistema.
No se puede trabajar con las familias. ¿Cómo seguir los pactos acordados si tienes apenas una reunión por curso o dos con ellas y eso ya saliendo del tiempo establecido para las tutorías? Imposible conocer los entresijos de veintitantas familias, de las cuales la mitad reclama a gritos atención urgente, y además cuando nos situemos ya pasarán de curso y el marrón será para algún compañero, eso suponiendo que hayamos conseguido que acudan al centro. Pero es igual, la culpa en el fondo es suya, que no se quieren implicar y total, sus hijos, es de sobras conocido que no harán nada en la vida así que mejor no romperse la cabeza.
No, así no se puede personalizar. Pero es que el objetivo del sistema educativo no es ése, sino que parece pasar por otros criterios, por una materia metida a embudo a grupos anónimos y homogéneos que superen reválidas y se autoseleccionen para ser más empleables. Lo demás, utopías trasnochadas.
No se puede conocer al alumno, atenderle en sus problemas personales. ¿Cómo hablar con calma con una estudiante que ves llorosa sistemáticamente y que tiene un panorama familiar de terror? Puedes pillarla en los pasillos o en algún recreo, pero falta tiempo. Los hay que te recomiendan que la derives al psicólogo o orientador, que no la conoce, que no es a quien ella ha pedido ayuda, clinicalicemos y externalicemos los casos, nosotros somos profesores-imparte contenidos y ya está.
No se puede adaptar el material. ¿Cómo preparar fichas alternativas para alumnos de niveles tan diferentes durante tantas clases en el tiempo que nos dan? Un alumno que no entiende bien el idioma, un TDAH clarísimo, varios con problemas de aprendizaje, dos que se perdieron hace cursos. Pues proponen separarlos en grupitos o bien que directamente se vayan esos que impiden el ritmo normal (como si hubiera tal ritmo). Al fin y al cabo hemos de preparar para los exámenes (lo único importante para el gobierno) a la mayoría, que también tienen sus derechos, como se oye en alguna reunión.
No se puede incorporar un tema de actualidad. ¿Cómo seguir las noticias, buscar webs que las complementen adecuadas, preparar secuencias para siete grupos distintos? ¿Durante cada semana? Máximo lo haremos de vez en cuando, pero no importa porque las editoriales ya nos proporcionan libros (suelen ser nefastos) donde se nos da todo mascadito y preparado, aunque eso no interese a los alumnos y sea lo mismo años tras año y reforma tras reforma, lo de ahora no tiene cabida en el sistema, ¿para qué, para que piensen?
No se puede evaluar de manera completa. ¿Cómo saber dónde fallan más de 150 alumnos, tener en cuenta su actitud diaria, corregir a fondo trabajos, planificar su progresión y darles cosas para que mejoren sus fallos específicos? Por ese motivo, mejor poner solamente exámenes y si puede ser de respuesta corta, para corregir en menos tiempo y poder poner una nota, sin considerar inteligencias múltiples, trabajo en equipo, evaluación continua o demás vocablos falsamente pedagógicos, que ya se sabe que la pedagogía es la madre de los problemas de nuestro sistema.
No se puede trabajar con las familias. ¿Cómo seguir los pactos acordados si tienes apenas una reunión por curso o dos con ellas y eso ya saliendo del tiempo establecido para las tutorías? Imposible conocer los entresijos de veintitantas familias, de las cuales la mitad reclama a gritos atención urgente, y además cuando nos situemos ya pasarán de curso y el marrón será para algún compañero, eso suponiendo que hayamos conseguido que acudan al centro. Pero es igual, la culpa en el fondo es suya, que no se quieren implicar y total, sus hijos, es de sobras conocido que no harán nada en la vida así que mejor no romperse la cabeza.
No, así no se puede personalizar. Pero es que el objetivo del sistema educativo no es ése, sino que parece pasar por otros criterios, por una materia metida a embudo a grupos anónimos y homogéneos que superen reválidas y se autoseleccionen para ser más empleables. Lo demás, utopías trasnochadas.
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