domingo, 9 de diciembre de 2012

Profesores y decisiones de futuro

No quiero comentar aún los cambios de la LOMCE pues el baile de asignaturas y los ataques gratuitos al modelo existente me parecen tan graves que espero que se difuminen en el redactado final, ya que cada nuevo documento modifica cosas de manera más o menos improvisada.

Así que prefiero centrarme en un informe que acaba de publicar el equipo de PISA sobre el efecto de las notas en el abandono y expectativas de los estudiantes. Destaco algunos datos relevantes:
- los profesores suelen poner notas mejores a las chicas y a los alumnos de entorno favorecido en igual rendimiento, lo que explica en parte que haya más mujeres que optan por el bachillerato y más fracaso escolar masculino, dado el peso de las expectativas en el desarrollo escolar
- el éxito en lectura es uno de los indicadores más relevantes para asegurar la continuidad en el sistema, algo que no siempre se tiene claro en clase, donde debería leerse mucho más (y variado) en todas las materias
- los itinerarios ajustan las expectativas de modo realista pero siguen beneficiando a las clases sociales altas (algo que por supuesto las medidas lomcianas agravarán)
- un nivel de 2 o menos en PISA dificulta sobremanera seguir una carrera (y tenemos demasiados alumnos por debajo de ese umbral)
- está mal resuelto el futuro de los que no siguen estudiando, un porcentaje demasiado numeroso (y eso que España no participaba en la muestra ampliada de este informe)
- hay dos tipos de profesores según lo que premian con las notas, exceptuando exámenes: los que quieren que la clase fluya de manera ordenada (y entonces castigan los comportamientos disruptivos) y los que premian el esfuerzo o la mejora del proceso; los primeros están calificando cosas que no tienen que ver con el desempeño futuro académico
- las privadas pueden inflar las notas artificialmente (algo que ya comenté en su día y que nos afecta bastante a la hora de escoger carreras)
- se necesita un sistema de evaluación más complejo para calificar adecuadamente diferentes dimensiones del aprendizaje y que sirva para prevenir el abandono, especialmente al pasar al bachillerato desde una ESO de nivel demasiado bajo

En definitiva, una nueva alerta sobre el papel que los profesores tenemos ante las decisiones académicas que toman nuestros alumnos: con notas desajustadas o que tienen en cuenta solamente una parte de lo que aprenden, hay más riesgo de que estudiantes dudosos dejen el sistema, favorecidos por las bajas expectativas de su entorno y que según qué políticas fomentan. En cambio, estimular la lectura, la evaluación de los procesos y no solo de los resultados, mejorar el clima del aula y dar información realista, ayuda a tomar decisiones con éxito.

2 comentarios:

Enrique dijo...

Metidos en la maquinaria educativa, resulta difícil evadirse de sus estructuras y sus inercias. El docente de a pie, incluso el docente con un poquito de mando, está sometido a múltiples limitaciones; tanto las que fijan las leyes como las que impone la tradición.
Esto explica en parte, pero no justifica, que todavía se mantengan prácticas tan discutibles y cuestionadas como los currículos cerrados, los horarios rígidos y la separación por edades; por no hablar de otras más fáciles de evitar o modificar, como son los deberes, los exámenes, las notas y las clases magistrales. Y es habitual que, aunque uno no las comparta, tenga que ejecutarlas.
Sin embargo, por muy adversas que sean las circunstancias, por muy solo que uno se encuentre en su tarea, siempre es posible hacer algo, siempre se puede contribuir a que las cosas cambien; nuestra pasividad es, en gran parte, decisión propia y no puede excusarse con las limitaciones externas.
En cuanto a los exámenes y los suspensos, difícilmente podemos evadirnos de ellos, difícilmente podemos negarnos a suspender e incluso puede que, en este modelo, no sea bueno que lo hagamos. Pero hay otras formas de evaluar y nuestro juicio no puede depender exclusivamente de lo que un alumno ha sido capaz de escribir en un papel, ni de los baremos que establecen los currículos oficiales. Más que el suspenso en sí, importa mucho más cómo se ha producido y cuáles han sido nuestra participación en él y nuestra actitud al decidirlo. Y todavía importa más la forma de solucionarlo, de que no se convierta en un estigma.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/el-dia-a-dia

eduideas dijo...

Comparto lo que dices, tanto sobre las limitaciones y obligaciones del docente como el papel del examen, que es un instrumento más y no algo definitivo, aunque a veces se nos venda como tal. Justamente el problema es la maquinaria educativa que citas, no somos máquinas, ni mucho menos lo son los alumnos pero a veces se les trata como tales. Necesitamos un sistema más humano