Para trabajar en equipo, muchas veces pedimos a los alumnos que se pongan en grupos o formamos nosotros los equipos, que pueden variar a lo largo del año o no. Cada decisión tiene sus ventajas e inconvenientes.
La más nefasta para mí es hacer grupos por niveles, que se parecen a los itinerarios pero dentro del aula, con las consecuencias que eso conlleva. Los mejores alumnos harán un trabajo más elaborado, se reforzarán las etiquetas negativas, los que menos nota saquen necesitarán mucha más ayuda y serán menos autónomos.
Si se hacen al azar se evitan estos problemas, surgen los roces previsibles de cualquier convivencia pero puede haber enormes diferencias entre los grupos, que nunca llegan a cohesionarse y simplemente duran lo que exige el proyecto.
Si el profesor elabora el grupo mezclando conscientemente alumnos de diferentes niveles se trabaja mejor pero se refuerzan las etiquetas, porque es evidente que unos son los buenos y otros lo que no en cada grupo, especialmente si se ve el patrón de toda la clase, aparte que produce rechazo entre los mejores estudiantes, que ven mermada su nota por los compañeros.
Cuando los alumnos escogen entre sus amigos se evidencia que hay compañeros poco integrados, a quienes nadie escoge, con la angustia que eso produce, aparte de que en muchos grupos se habla demasiado y que deben poder trabajar con gente que no sea de su estricta pandilla. Además suele haber menos grupos mixtos así.
Creo que se pueden hacer equipos conforme a intereses, de manera que ellos no sepan de antemano con quién trabajarán. Y a partir de aquí decidir si se mantiene el equipo base a lo largo de un tiempo, por ejemplo un trimestre, para que se conozcan y progresen juntos, o bien se cambia cada vez para rotar a los elementos más problemáticos y asegurar que todos los grupos puedan tener buenos resultados. Me inclino por la primera opción, modificando los grupos cada ciertos meses y cambiando los criterios de elección.
¿Y vosotros, cómo créeis que es mejor enseñarles a trabajar juntos?
4 comentarios:
A pesar de realizar proyectos en los que trabajan en grupo o pareja, todavía no he sabido resolver esa cuestión que planteas. Generalmente, los dejo formar sus propios grupos, aunque luego exijo una memoria de participación para saber qué ha hecho cada uno. Es malo que al final queden grupos de 'alumnos tóxicos', esos con los que nadie quiere trabajar porque 'no hacen nada'. Pero tampoco es justo que otros grupos tengan que cargar con el fracaso que nosotros mismos no sabemos remontar.
Gracias por tus comentarios, Toni, creo que eres mi lector más fiel. A ver si nos aportan más opiniones, creo que es un dilema al que nos enfrentamos todos los docentes, porque afortunadamente cada vez más es imprescindible formar grupos para trabajar en algún momento del curso.
Has hecho un análisis muy certero y realista de lo que conlleva cada tipo de organización en grupo. Al menos eso es lo que yo vivo en el aula y no esas situaciones ideales que otros plantean y quizá algunos experimentan cuando se forman los grupos.
A mí me pasa, además, lo que a Toni, me parece una cuestión muy difícil de resolver y este año, como él, estoy dejándoles elegir a ellos e interviniendo yo si hay alguna "anomalía" (algún alumno que se queda sin grupo, algún grupo en el que el trabajo no va a ser fructífero...). Es verdad que les dejo organizarse porque no estoy teniendo tiempo para organizarlos yo y, sobre todo, porque deben quedar también fuera del aula para realizar una parte importante de esos trabajos. En cualquier caso, la cuestión que más me preocupa, por encima de la organización, es su rendimiento en las horas lectivas en las que trabajan por grupos (en muchos casos tengo la sensación de que desperdician el tiempo y es cuando me cuestiono qué pautas se les deben marcar para el trabajo en el aula) y cómo conseguir que unos no se aprovechen del trabajo de otros sino que todos se impliquen y colaboren por igual (a este respecto voy a empezar a probar con las memorias, como dice Toni).
Javier, efectivamente a veces sucede que en clase se pierde el tiempo porque discuten el qué y el cómo y luego trabajan en casa, los que lo hacen. Creo que lo mejor es no empezar el trabajo en el aula siempre, que tengan tiempo para pensar y que cuando lleguen a clase puedan ponerse inmediatamente a la tarea, bien pautada por nuestra parte, ya que los primeros momentos de situación pueden consumir mucho tiempo.
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