Tanto el Ministerio como la Conselleria afirman orgullosos que este año se han reducido las ratios profesor-alumno. No sé dónde, desde luego no en mi centro, pero no seré yo quien discuta las cifras oficiales. Curiosamente las mismas fuentes que ahora alardean de esta disminución han afirmado en otras ocasiones que esta variable no afecta de manera significativa al éxito escolar, y ponen como ejemplo otros sistemas educativos.
No se entiende entonces que las academias de refuerzo vendan grupos pequeños, que triunfen las clases particulares, que en Francia se planteen dividir los macroinstitutos en centros menores, que se pidan profesores para desdobles y grupos flexibles, que se ensaye la docencia con dos personas en el aula, que los apoyos consistan en sacar alumnos del aula y darles clase en otro grupo más pequeño, que también sean menores las ratios en programas como UEC o diversificación destinados a los estudiantes con peores resultados, que se pida una tutoría individual en los casos conflictivos, que haya peleas por aumentar líneas si se incrementa la matrícula, que las quejas de los últimos de profesores desbordados incidan todas en esta desproporción, que los colegios innovadores apuesten por microgrupos con profesores que pasan con ellos muchas horas, que se considere que en etapas más complejas el número máximo de alumnos es menor que en bachillerato... ¿No decían que la ratio no importaba?
Es uno de los factores que más inciden en el clima del aula y en el desgaste personal del profesor, y ello tiene consecuencias directas sobre todo lo demás. Un profesor que no puede atender adecuadamente la diversidad, que no puede plantear proyectos alternativos aunque tenga ganas, que no puede corregir todo el volumen de trabajos y deberes de su grupos, que no tiene espacio para moverse en su clase, que ha de planificar multitud de niveles está peor que otro que vive con menos estudiantes. Sigamos reivindicando pues una disminución real en las ratios por la calidad educativa, aunque sea por nuestra salud mental si las estadísticas de nuestros gobernantes no ven la relación con el fracaso escolar. Y mientras, espero que esa disminución oficial de los porcentajes llegue pronto a mis clases, que de momento veo justo lo contrario. ¿Habéis notado vosotros esa cacareada mejoría?
No hay comentarios:
Publicar un comentario