viernes, 15 de junio de 2012

Indefensión aprendida y exámenes de septiembre

En las reuniones de "evaluación" muchas veces asistimos a las profecías autocumplidas: aquellos alumnos de los que los profesores llevan tiempo quejándose suspenden, como parece lógico. Es cierto que hay trayectorias de poco o nulo esfuerzo y muchas carencias y tambiés es evidente que todos los profesores quieren que sus estudiantes aprueben y mejoren pero también lo es que existe la indefensión aprendida, que se ilustra de manera genial en este breve vídeo.

Creo que muchas veces los alumnos asumen como previsible el suspenso, igual que hacemos nosotros. Eso va calando y cada vez parece más lejano el éxito, por lo que disminuye la motivación y aumenta la posibilidad de cometer errores tontos o quedarse en blanco en el examen. Si eso además se prolonga durante varios cursos, el fracaso es casi seguro, ya que cuesta mucho cambiar ciertas inercias y hábitos, especialmente cuando no se cuenta con apoyo externo o hablamos de un alumno cuyo rol es justamente ser el "complicado" oficial. No esperemos que un "mal" alumno suspenda de antemano, miremos con los mismos ojos los progresos de cada uno, tenemos que transmitirles que realmente creemos en ellos y en sus posibilidades o contribuiremos a crear esta indefensión aprendida que mina su autoconfianza y les impide, como se observa, rendir adecuadamente.

Hemos de darles instrucciones, pistas, ayudas y trabajos para el verano de cara a septiembre. Espero que a la vez les transmitamos ganas de esforzarse y la creencia sincera de que pueden hacerlo y de que el año viene no tienen por qué suspender

2 comentarios:

Chema dijo...

En uno de los artículos recogidos en su libro Frankesntein contra la educación, Miguel Ángel Santos Guerra recoge una anécdota sublime: una clase de chicos de los setenta han triunfado en la vida, pese a provenir de un barrio pobre y de ambiente más que desfavorecido, al contrario que otras muchas clases de ese centro. Un sociólogo investiga el caso y todos esos chicos, reputados profesionales de las más diversas áreas, elogian la tarea de una profesora, que siempre los apoyó y nunca dejó de creeer en sus posibilidades. Los investigadores la localizan y le preguntan por aquellos chicos a esa mujer nonagenaria. Y ella simplemente les responde:"Todos eran unos muchachos extraordinarios".

eduideas dijo...

Sí, existen muchos casos similares, el efecto Pigmalión, ojalá lo tuviéramos más en cuenta a la hora de emitir juicios demoledores sobre según qué alumnos