No pude asistir el otro día a unas jornadas que me interesaban mucho por el monento en que se celebraban, y me planteo cuál es el mejor horario para la formación del profesorado (entiendo que con los cursos no presenciales desaparece esta limitación). Entiendo que hay pros y contras en todos los casos
Si se celebran por la tarde, después del colegio, suelen pecar de centralismo, es difícil que los docentes de pueblos alejados vayan a según qué cursos. Si son en fin de semana (mi opción preferida) surgen los problemas de conciliación familiar. Y si son en horario lectivo, curiosamente la gran mayoría, hay que pedir fiesta en el centro con los perjuicios que eso supone.
Quizá debería contemplarse en el horario del profesorado un tiempo de formación, por ejemplo horas anuales, para poder preverlo con antelación, y así evitar estos problemas. Y eso evidentemente no quiere decir que alguien no se forme de manera voluntaria en su tiempo libre, como hacemos la mayoría, pero creo que no se puede cacarear tanto sobre la necesidad de actualización y el efecto finlandés y luego no facilitarlo. Un paréntesis formativo que no perjudique a los compañeros enmedio del curso podría oxigenar mucho trimestres largos y ayudar a que se asistiera a jornadas interesantes a las que tristemente pueden acudir más profesores de universidad que de enseñanza obligatoria, a pesar de ser el público al que van dirigidos.
2 comentarios:
La formación del profesorado está planteada de manera muy deficiente, al menos en mi comunidad. Por un lado, no se incentiva la aplicación de conocimientos, con lo que los cursos pueden ser una sucesión de ratos pasados mirando al ponente. Por otro, con los recortes, ni siquiera existe la motivación de los sexenios, de modo que muchos profes han desechado la idea de dedicar horas de formación para nada. Aquí empezamos un nuevo sistema que obliga a los centros a diseñar sus planes de formación a la carta; aunque parece sensato, esto lleva a que los profes elijan cursos muy generales para contentar a todos. Por si fuera poco, el aumento de demanda hace que los posibles ponentes no estén preparados adecuadamente, porque a veces son contratados por empresas ajenas que empiezan a atisbar un negocio que puede ser suculento.
En fin, tú te centrabas en los horarios y yo me voy por aspectos más filosóficos :)
Una cosa lleva a la otra... No concebir la formación como básica lleva a no destinarle un horario; prescindir de servicios específicos por los recortes lleva a tener ponentes dudosos; dejar que cada centro diseñe su plan pero no incentivarlo ni dedicarle un tiempo hace que haya mucho tiempo perdido. Los horarios son solamente un síntoma de la "filosofía" que tú denuncias (aquí también empezamos con este modelo de formación desde el centro un tanto extraño)
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