Ante la avalancha de planes como SEP, PIM, UE, AO y demás ya implementados, la amenaza de los programas de refuerzo de primer ciclo de la ESO de la LOMCE y el aumento de clases particulares de los alumnos, cabe preguntarse cómo debe ser un buen refuerzo escolar, hecho desde los centros y no dependiendo de la buena fortuna de hallar una buena academia o de los recursos económicos de los padres. Ese refuerzo es fundamental para prevenir el fracaso escolar, porque un alumno que se descuelga del ritmo general cuesta mucho más que se reenganche que los posibles recursos destinados a evitar esa caída.
1) El refuerzo no debe segregar al alumno. Es un error apartarlo de la clase ordinaria porque no puede seguirla: nunca se pondrá al nivel de sus compañeros si mientras él aprende A, el resto ya va por B y C. Por ello los grupos o itinerarios homogéneos son contraproducentes. Tampoco es positivo sustituir alguna materia por el refuerzo, porque no solamente se pierde ese contenido sino que muchas veces lo que se deja de impartir es algo donde podría destacar, con el efecto de mejora de la motivación que eso supone.
2) El refuerzo debe estar en coordinación absoluta con la materia ordinaria o con el grupo de competencias del centro. Hay que dar las herramientas para poder eliminar el refuerzo, que debe contemplar grados, especialmente en el caso de alumnos inmigrantes, donde se pasa bruscamente de un aula de acogida al grupo ordinario sin un auténtico plan gradual. Las empresas privadas que se han introducido en los centros no siempre hablan con los profesores especialistas del centro, las actividades de esos refuerzos pasan por hacer los deberes acompañados sin más.
3) El refuerzo debe dotar de estrategias al alumno. No sirve de nada explicarle de nuevo la lección, como hace un profesor particular. Eso genera dependencia y facilita que el alumno desconecte en clase, con la seguridad de que luego se le re-explicará de manera individual o en pequeño grupo. No sirve tampoco hacerle los deberes o ayudarle sin más, el objetivo no es que cumpla con las tareas sino que aprenda, así que aparte de llevar al día exámenes y ejercicios hay que proporcionar ejercicios a medida suplementarios. Ese refuerzo si se da en el aula ordinaria (caso de auxiliares de educación especial), debe ser poco invasivo, o separa aún más al alumno del resto.
4) El refuerzo debe centrarse en los contenidos y también en los demás aspectos del curso escolar. Hay que ayudar al alumno a planificar su tiempo, controlar agenda y apuntes, enseñarle trucos para las pruebas, fomentar su curiosidad natural, generar expectativas positivas en él y su familia sobre lo que estudiará en el futuro... Para ello es preciso contar con el tiempo suficiente, los resultados de un refuerzo no se ven de inmediato, si eso ocurre es porque es demasiado intervencionista y a la larga no ayuda.
En definitiva, hace falta un refuerzo fuera del horario normal de clase, para que no pierdan ni materias ni la oportunidad de estar con sus compañeros, liderado por auténticos profesionales en coordinación con el centro. Creo que los propios profesores y pedagogos deberían impartir esas clases de técnicas, con un programa sostenido en el tiempo y no resultadista.
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