Pasar del modelo 4+1 a 3+2 no es bueno ni malo en sí mismo. Si se vigila que eso no redunde en un encarecimiento de los estudios por pagar máster en vez de carrera y si se acelera la homologación de los títulos con Europa, la medida puede ser positiva. Si simplemente se alienta la reducción de los contenidos comunes y se devalúan los títulos o se convierte en una máquina recaudatoria, de nuevo la ley a la española será un desastre.
Pero como anuncian los expertos, el sistema debe aprovechar para replantearse muchas cosas: contenidos de las carreras, requisitos de entrada y de mantenimiento de títulos, mecanismos de cooperación entre universidades para ofrecer mejores contenidos, especialización investigadora, oferta diversificada.... Los retos de la universidad no radican en saber cuánto duran los estudios superiores sino cómo mejorarlos y conseguir que el máximp número de personas los cursen.
Mientras, habrá que aprovechar y sacar partido de la flexibilidad anunciada (veremos) para pulir el catálogo y ajustar los créditos, ofrecer diferentes itinerarios a los estudiantes y sobre todo vigilar el riesgo cierto de expolio que se teme en las redes con el paso al 3+2.
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