Estos días de trabajo sin alumnos sirven teóricamente para cerrar el curso actual y preparar el siguiente. Digo teóricamente porque es imposible hacer ambas cosas. Para preparar el curso siguiente tendría que modificarse el calendario escolar (mal planteado en su conjunto) y no tener solamente los días de septiembre sino más. ¿Por qué?
1) En septiembre hay exámenes, que lleva tiempo preparar, vigilar, corregir, calificar y entregar sus notas, con las correspondientes sesiones de evaluación. Hay que sumar la corrección de los trabajos de verano
2) Los profesores no están todos al principio de septiembre, no tiene sentido preparar según qué proyectos en junio sin saber qué plantilla tendrás
3) Se mezcla el caos de los horarios (lo que lleva más tiempo) con las reuniones formales de documentación y la propia preparación
4) A pesar de no tocar, aún hay matrículas de despistados que pueden alterar algún grupo
5) Las circunstancias de algunos profesores han cambiado en los meses de verano y hay que retocar supuestos (enfermedades, embarazos, gente que emigra por el trabajo de la pareja....)
6) Vienen los profesores nuevos interinos que hay que hacer aterrizar en la realidad del centro y que lógicamente no pueden participar en los debates de enfoque
Por tanto habría que separar los periodos de final de curso, de cierre y documentación, de los de preparación del siguiente, con tiempo suficiente para el debate en el claustro y para los nuevos proyectos y no solo para encajar los nuevos agentes (docentes y alumnos) en un horario y en una organización.
Por supuesto dejo al margen de esta reflexión el tema de la formación, que ya he comentado en otras entradas, y que habría que pensar bien cuándo es mejor ofertarla
Blog destinado a compartir ideas y recursos para las clases, reflexiones sobre educación y algunas cosillas más
sábado, 21 de junio de 2014
jueves, 12 de junio de 2014
La FP actual
Muchos alumnos ante los suspensos en bachillerato dicen que "harán módulos". Ellos mismos entonces ven la FP como una salida peor, después de haber fracasado en la vía del bachillerato. El reciente estudio sobre la formación profesional insiste en esta mala imagen, que aún no se ha resuelto, pero desmitifica que haya demasiados titulados superiores, como dicen desde arriba (como si pudiera haber demasiada formación....). El problema sigue siendo la parte de abajo: los que no acaban la ESO y no pueden seguir ningún itinerario, o bien los que abandonan con graduado pero no se reincorporan. Ahí se fragua la polarización.
Los ciclos de grado medio son eminentemente masculinos, algo que se está corrigiendo en los de grado superior. Esto se debe a varias causas: primero, las chicas estudian más así que pueden "saltarse" la franja media. Segundo: dejando de lado la estética, la oferta de grados medios se corresponde de manera abrumadora con profesiones tradicionalmente masculinas (soldador, mecánico....). Tercero: entre población de estrato social bajo, las mujeres pasan de la escuela al cuidado del hogar mientras que los varones aún están un tiempo más buscando estudios para tener un mejor trabajo con el que mantener a su familia. Los estereotipos siguen vigentes en los tres casos.
La mayoría de ni-nis, en contra de lo que dice el tópico, no trabajan porque no encuentran nada y ya han terminado sus estudios. No hablamos por tanto tan solo de parásitos, como se vende en los medios, sino de parados prematuros sin mucha salida a los que el sistema no sabe cómo ubicar. Invertir en nuevas profesiones puede crear nuevos nichos laborales para estos perfiles.
En definitva, hay que corregir aún muchos desfases para que la FP ocupe el lugar que merece.
Los ciclos de grado medio son eminentemente masculinos, algo que se está corrigiendo en los de grado superior. Esto se debe a varias causas: primero, las chicas estudian más así que pueden "saltarse" la franja media. Segundo: dejando de lado la estética, la oferta de grados medios se corresponde de manera abrumadora con profesiones tradicionalmente masculinas (soldador, mecánico....). Tercero: entre población de estrato social bajo, las mujeres pasan de la escuela al cuidado del hogar mientras que los varones aún están un tiempo más buscando estudios para tener un mejor trabajo con el que mantener a su familia. Los estereotipos siguen vigentes en los tres casos.
La mayoría de ni-nis, en contra de lo que dice el tópico, no trabajan porque no encuentran nada y ya han terminado sus estudios. No hablamos por tanto tan solo de parásitos, como se vende en los medios, sino de parados prematuros sin mucha salida a los que el sistema no sabe cómo ubicar. Invertir en nuevas profesiones puede crear nuevos nichos laborales para estos perfiles.
En definitva, hay que corregir aún muchos desfases para que la FP ocupe el lugar que merece.
lunes, 9 de junio de 2014
Exámenes de septiembre y preguntas
Una nueva evaluación y esta vez los cates van para septiembre, algo inútil y contradictorio. ¿Cómo pueden desde los centros recomendar clases pagadas a los padres? ¿Deben suplir lo que ellos no han podido hacer durante el curso? ¿Tienen que pagar un extra las familias para aprobar? ¿Es posible que en menos de un mes (real) de estudio se recupere un curso entero o se baja demasiado el nivel para maquillar promociones?
También he oído comentarios parecidos a "si no ha hecho nada durante el año, al menos que se fastidie el verano"¿Acaso las notas son un castigo? ¿Para el alumno, para toda la familia? ¿El aprobado pasa entonces por "pringar" y no por demostrar conocimientos? ¿Por qué dependen tanto las repeticiones de las plazas en cada curso para no alterar las líneas ya establecidas?
Preguntas que vuelven cada año y que evidencian de nuevo que algo falla: unos exámenes de septiembre mal planteados en un calendario sin pies ni cabeza donde los buenos alumnos reciben como premio casi tres meses de desconexión (o con cuadernillos estúpidos) en los que desaprenden muchas cosas y los malos deben pelearse en casa o pagar para que les regalen alguna nota y maquillar sus expedientes.
Creo que solamente los profesores particulares y academias se frotan las manos con estos exámenes de septiembre
También he oído comentarios parecidos a "si no ha hecho nada durante el año, al menos que se fastidie el verano"¿Acaso las notas son un castigo? ¿Para el alumno, para toda la familia? ¿El aprobado pasa entonces por "pringar" y no por demostrar conocimientos? ¿Por qué dependen tanto las repeticiones de las plazas en cada curso para no alterar las líneas ya establecidas?
Preguntas que vuelven cada año y que evidencian de nuevo que algo falla: unos exámenes de septiembre mal planteados en un calendario sin pies ni cabeza donde los buenos alumnos reciben como premio casi tres meses de desconexión (o con cuadernillos estúpidos) en los que desaprenden muchas cosas y los malos deben pelearse en casa o pagar para que les regalen alguna nota y maquillar sus expedientes.
Creo que solamente los profesores particulares y academias se frotan las manos con estos exámenes de septiembre
jueves, 29 de mayo de 2014
Historia y política
Tras las elecciones muchos alumnos trasladan lo que oyen en sus casas a clase y hay que parar según qué comentarios o debates que pueden desembocar en estériles conflictos. La política entra entonces en el aula. En los libros, la tendenciosidad abunda. Los profesores matizan con sus comentarios las noticias de actualidad. La política, de nuevo en el aula.
¿Se puede echar la política de las clases? ¿Se debe hacerlo? Creo que hay que huir del adoctrinamiento pero es fundamental una cierta formación política. No puede ser que los alumnos no sepan ni qué partidos hay, que desconozcan las claves del sistema electoral, que sigan tan poco las novedades. Esto es carne de extremismos desinformados. En una época de crisis como la actual, tener una opinión formada es fundamental entre el ruido mediático y nuestros estudiantes deberían tenerla.
Quizá en sociales debería hacerse más énfasis en cómo funcionan los sistemas y explicar las bases y orígenes históricos de lo que tenemos ahora, en vez de tanto énfasis en los cambios de época, fechas, guerras y demás. La historia es el primer paso para entender el presente, pero no con la historia que se obliga a memorizar actualmente.
¿Se puede echar la política de las clases? ¿Se debe hacerlo? Creo que hay que huir del adoctrinamiento pero es fundamental una cierta formación política. No puede ser que los alumnos no sepan ni qué partidos hay, que desconozcan las claves del sistema electoral, que sigan tan poco las novedades. Esto es carne de extremismos desinformados. En una época de crisis como la actual, tener una opinión formada es fundamental entre el ruido mediático y nuestros estudiantes deberían tenerla.
Quizá en sociales debería hacerse más énfasis en cómo funcionan los sistemas y explicar las bases y orígenes históricos de lo que tenemos ahora, en vez de tanto énfasis en los cambios de época, fechas, guerras y demás. La historia es el primer paso para entender el presente, pero no con la historia que se obliga a memorizar actualmente.
lunes, 19 de mayo de 2014
La formación de verano
La reducción de los cursos de verano corre en paralelo a la disminución de la oferta formativa oficial (el FIC o formación interna en algunos casos ha ido bien pero en la mayoría es una auténtica chapuza), lo cual choca con las proclamas sobre los profesores como eje del cambio. También es cierto que un cursillo de una semana no cambia nada si no hay compromiso de aplicación en el aula, si únicamente hay que asistir y aguantar horas, si eso no se hace desde la complicidad con el resto del claustro.
Como ya argumenté, creo que habría que contar con unas horas de formación en el horario anual del profesor, para que las gestionase como creyese conveniente sin perjudicar al centro, de manera que haya diferentes posibilidades formativas y no todas se concentren en los mismos diez días de julio, lo cual no tiene sentido porque entonces las entidades compiten entre sí en vez de coordinarse por atender a todas las necesidades (hay muchos cursos similares y temáticas que no aparecen nunca). Además los cursos veraniegos, por experiencia, suelen ser una lotería, algunos muy buenos, muchos no tanto.
Y por supuesto diferenciando líneas: no es lo mismo un curso de actualización sobre la materia que uno sobre herramientas tic, y ambos deben tener su espacio y contar para sexenios y tramos formativos (veremos cómo quedan en el nuevo estatuto docente). Quizá habría que establecer un macro itinerario temático con diversos módulos de diferente duración e intensidad, para formarse pues por desgracia se pasa del cursillo semanal al máster sin apenas transición.
Lo que es evidente es que hay que intentar aprovechar la menguante oferta veraniega, por si también sufre nuevos recortes.
Como ya argumenté, creo que habría que contar con unas horas de formación en el horario anual del profesor, para que las gestionase como creyese conveniente sin perjudicar al centro, de manera que haya diferentes posibilidades formativas y no todas se concentren en los mismos diez días de julio, lo cual no tiene sentido porque entonces las entidades compiten entre sí en vez de coordinarse por atender a todas las necesidades (hay muchos cursos similares y temáticas que no aparecen nunca). Además los cursos veraniegos, por experiencia, suelen ser una lotería, algunos muy buenos, muchos no tanto.
Y por supuesto diferenciando líneas: no es lo mismo un curso de actualización sobre la materia que uno sobre herramientas tic, y ambos deben tener su espacio y contar para sexenios y tramos formativos (veremos cómo quedan en el nuevo estatuto docente). Quizá habría que establecer un macro itinerario temático con diversos módulos de diferente duración e intensidad, para formarse pues por desgracia se pasa del cursillo semanal al máster sin apenas transición.
Lo que es evidente es que hay que intentar aprovechar la menguante oferta veraniega, por si también sufre nuevos recortes.
sábado, 10 de mayo de 2014
Profesores, redes, innovación
Respecto al uso de Internet en las clases (real, en proyectos), se pueden distinguir fácilmente diversos tipos de profesores:
1) Los maestros de la red: los mismos nombres que vemos siempre en twitter, blogs, congresos, encuentros. Los que comparten generosamente sus materiales y se animan entre ellos porque son rara avisa en sus centros. Los que actúan de modelo y prueban cosas nuevas sin cesar.
2) Los admiradores: acuden a cursillos, siguen a los primeros, pero no acaban de decidirse a hacer ellos algo igual por miedos diversos (no valgo tanto, tengo muchos alumnos, no tengo tiempo, en mi centro eso es inaplicable, no controlo esa herramienta...)
3) Los excursionistas: tienen una actividad diferente pero no se atreven a dejar el libro de texto, es una isla a la que van de excursión algunos cursos (aunque se cansan pronto muchas veces porque el alumnado no parece responder o por presiones externas) y que les sitúa en un estado de duda respecto a las TIC. Conocen muy por encima el mundo digital educativo.
4) Los adigitales: no "tienen tiempo" para navegar, usan Internet para mirar vuelos y redes sociales o buscar alguna fotocopia rápida que complemente el manual de turno o creen que el libro digital ya agota las posibilidades de las TIC. No conocen lo que se está haciendo pero repiten tópicos sobre la importancia de usar las nuevas tecnologías
5) Los tecnófobos: escépticos demoledores que siguen mirando por encima o con sorna a los innovadores y que llevan su clase como siempre y solamente cumplen con el expediente tecnológico lo que insistan los directores, sin intenciones reales de probar algo diferente en su clase
Creo que los profesores en cantidad por orden serían 4-3-5-2-1: la mayoría desconoce (aunque a veces crea que no es así) lo que se cuece en la Red, algunos la rechazan y muy pocos le están sacando el partido que merece. ¿Lo veis así?
1) Los maestros de la red: los mismos nombres que vemos siempre en twitter, blogs, congresos, encuentros. Los que comparten generosamente sus materiales y se animan entre ellos porque son rara avisa en sus centros. Los que actúan de modelo y prueban cosas nuevas sin cesar.
2) Los admiradores: acuden a cursillos, siguen a los primeros, pero no acaban de decidirse a hacer ellos algo igual por miedos diversos (no valgo tanto, tengo muchos alumnos, no tengo tiempo, en mi centro eso es inaplicable, no controlo esa herramienta...)
3) Los excursionistas: tienen una actividad diferente pero no se atreven a dejar el libro de texto, es una isla a la que van de excursión algunos cursos (aunque se cansan pronto muchas veces porque el alumnado no parece responder o por presiones externas) y que les sitúa en un estado de duda respecto a las TIC. Conocen muy por encima el mundo digital educativo.
4) Los adigitales: no "tienen tiempo" para navegar, usan Internet para mirar vuelos y redes sociales o buscar alguna fotocopia rápida que complemente el manual de turno o creen que el libro digital ya agota las posibilidades de las TIC. No conocen lo que se está haciendo pero repiten tópicos sobre la importancia de usar las nuevas tecnologías
5) Los tecnófobos: escépticos demoledores que siguen mirando por encima o con sorna a los innovadores y que llevan su clase como siempre y solamente cumplen con el expediente tecnológico lo que insistan los directores, sin intenciones reales de probar algo diferente en su clase
Creo que los profesores en cantidad por orden serían 4-3-5-2-1: la mayoría desconoce (aunque a veces crea que no es así) lo que se cuece en la Red, algunos la rechazan y muy pocos le están sacando el partido que merece. ¿Lo veis así?
sábado, 3 de mayo de 2014
Un falso tercer trimestre
Los alumnos suelen venir de vacaciones con muy pocas ganas de trabajar y cuesta ponerlos de nuevo en órbita. En años como este donde el calendario tiene la Pascua tardía, se da la circunstancia de que ellos tienen en mente que aún queda todo un trimestre, cuando la realidad es que queda mucho menos, especialmente en cursos altos. La evaluación empezó mucho antes pero ellos siguen asociando una evaluación a un periodo antes de una pausa por lo que aunque lo repitamos cansinamente no ven que la mitad de la nota ya la tienen ganada o perdida.
Creo que situaciones así deberían tenerse en cuenta en el debate del calendario escolar: no tiene sentido pelearse por la fecha de inicio de curso si cada año la duración de los trimestres cambian, si no hay correspondencia entre evaluaciones y vacaciones, si el ritmo es muy dispar según el curso. Se pierden muchas horas prevacacionales (es complicado conjugar festivales y notas con el inicio de una evaluación) y luego faltan a mitad de curso, al menos para ellos, no importa que hayamos planificado el temario desde septiembre.
Habría que racionalizar las vacaciones y las evaluaciones, intentando conseguir un poco de regularidad y que todos saliéramos ganando.
Creo que situaciones así deberían tenerse en cuenta en el debate del calendario escolar: no tiene sentido pelearse por la fecha de inicio de curso si cada año la duración de los trimestres cambian, si no hay correspondencia entre evaluaciones y vacaciones, si el ritmo es muy dispar según el curso. Se pierden muchas horas prevacacionales (es complicado conjugar festivales y notas con el inicio de una evaluación) y luego faltan a mitad de curso, al menos para ellos, no importa que hayamos planificado el temario desde septiembre.
Habría que racionalizar las vacaciones y las evaluaciones, intentando conseguir un poco de regularidad y que todos saliéramos ganando.
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