Es un tema que no debería tratarse en el breve espacio de un post, pero quiero comentar los itinerarios que proponen algunos y las agrupaciones por niveles que se dan en muchos centros, de forma no oficial pero por todos conocida. Se basan en una serie de presuposiciones y falsos datos y pueden tener efectos contraproducentes.
En primer lugar suponen que la capacidad o el interés son algo fijo: hay alumnos que "no quieren estudiar", sin más, para siempre. Se les coloca una etiqueta que refuerza su rol, son adolescentes y las expectativas de los demás les afectan mucho.
Aparte supone juntar a los de peor nivel y comducta en un solo grupo, con lo que aumentan los problemas en esa aula o bien se baja descaradamente el nivel de exigencia y se les engaña con un falso título, eso sí, aconsejándoles que no sigan bachillerato y dejen a los que sí están integrados en el sistema. Más de un 15% de las notas depende del grupo, por mimetismo, como alertan los diferentes estudios. Privarles de modelos positivos no parece la mejor opción para que cambien y se motiven por los estudios.
La agrupación, además, no es inocente, pues responde en gran parte a los prejuicios de los profesores (y a motivos socioeconómicos). No en vano apenas un 53% de los profesores contestan en las encuestas oficiales que la diversidad es algo que enriquece el aula y que es positiva (en realidad serán muchos menos, por el temor a romper con el discurso aceptado).
Por último atenta contra los objetivos de la propia ESO: todos los alumnos deben estar preparados para acceder al mercado laboral o a estudios superiores con garantías. Evidentemente soy consciente de que el panorama actual no posibilita tampoco esta preparación y que hay aulas en las que es imposible dar clase. La solución, sin embargo, no puede pasar por agrupar por presuntos niveles al margen de la ley y luego pelearse por no aterrizar en esos grupos.
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